Publicado en Diario Frontera, Lunes 20 de Abril del 2009, p. 08-A
Quienes somos atentos a la reforma educativa que se busca para México, sobre todo atendiendo al asunto desde el lente filosófico, estamos obteniendo títulos como éste que viene del diario en línea lalagun4.com: “Proyecto homicida de la SEP”, se trata de noticias o artículos que refieren a una válida y urgente preocupación por el lugar que ocupará la filosofía en el ámbito de la educación académica.De acuerdo con investigadores de la UPN, como el Dr. Luis Eduardo Primero Rivas (filó-sofo y pedagogo), ha habido todo un proceso de dilución de lo que significa educar, y esto viene tejiéndose a parir de la mentalidad positivista que pretende hacer del método científico-experimental la panacea de la ciencia, esto viene a ser una manera demasiado reduccionista de ver a la ciencia, y en la que sobre todo por ignorancia muchos educadores aún hoy siguen instalados; se instalan, pues, en una noción muy pobre de lo que es la ciencia, y con ello, también va una idea fragmentada de la educación.
Todo esto viene siendo un proceso, como decía, de dilución del sentido y la referencia de lo que es educar, parece que esta mentalidad ha llevado a dogmatizar en el S. XX que “ser educado”, citando a Primero Rivas, es lo mismo que “ser escolarizado”, se impone pues esta manera, tan pobre, de apreciar el qué y el por qué de la educación. Y entonces un profesionista ya no es culto.
Ya en este proceso de dilución está implícito el esfuerzo de hacer a un lado la filosofía, o como haciéndole un favor a la que ha sido “madre de todas las ciencias”, dejar a la filosofía “transversalmente” en el mapa curricular de los diferentes niveles académicos, por eso y otras razones de no menos importancia, es que ahora ha resultado la Lógica, la Ética y cualquier otra materia como “de relleno” en los ámbitos académicos. Si hay una buena intención en la metodología de la transversalidad, como todo en México, no llega, o llega tarde, y/o se importa mal en nuestra cultura.
Y bueno, noticias como “Proyecto homicida de la SEP”, siempre tienen a bien el hacer ver que la filosofía es lo que da autonomía intelectual y carácter, es decir, es lo que hace que la persona sea libre; la auténtica libertad viene siendo desde una actitud filosófica ante la vida; cuando la psicología y el derecho tienen una comprensión integral o abierta a lo que significa ser persona, ya alcanzan una actitud filosófica en su quehacer, de manera que la filosofía no se restringe al ámbito académico, aunque sí es por la academia que se forjan los profesionales de la filosofía, i. e., los filósofos de profesión.
Del título de “Proyecto homicida de la SEP” permítaseme hacer la siguiente aplicación, la educación se suicidará si sigue arrinconando a la filosofía, pues además de la transversalidad, otro término que se anda queriendo vender como oro molido es el de competencias: “educar en la teoría de la educación basada en competencias” como dice Haydee Parra Acosta (de la UACH), y por muy pobre o muy rico que se presenta esta teoría –porque se tiende a esconder que “competencia” sea la traducción que se le da al how-know, un modelo educativo anglosajón, que antepone el cómo [se hace] al qué [sea la realidad o el ser], con lo cual hay que tener cuidado, porque para el sentido de la vida son ecesarias las ideas claras, que responden al qué–, no deja de verse que este “modelo por competencias” exige de un ingrediente filosófico para su confección, y sin buenos filósofos, entonces, todo intento de modelo educativo, a lo mucho que puede aspirar es a ser, más bien, capacitación o entrenamiento, y entonces ya la educación se suicidó, está muerta la educación, a lo mucho hay adiestramiento en los ámbitos académicos.
Si se quiere desde las “competencias” una educación a la altura de las exigencias de la sociedad, pues una exigencia social es la de la ética, ahora con tanto secuestro y asesinatos; de hecho es la primera exigencia política, social y económica; y la ética es eminentemente filosófica, se requiere del profesional en la materia para hacer ver que los valores no se consiguen como con recetas, y en mucho esto exige el ser culto (no sólo ser profesionista), pues parodiando a Sócrates, la ignorancia es la madre de los vicios, y las virtudes requieren del cultivo de la inteligencia para la verdad y de la voluntad o sentimientos para el amor. De manera que la misma metodología transversal y por competencias, dudamos, que le esté dando el lugar justo a la filosofía en el ámbito académico.
Todo esto viene siendo un proceso, como decía, de dilución del sentido y la referencia de lo que es educar, parece que esta mentalidad ha llevado a dogmatizar en el S. XX que “ser educado”, citando a Primero Rivas, es lo mismo que “ser escolarizado”, se impone pues esta manera, tan pobre, de apreciar el qué y el por qué de la educación. Y entonces un profesionista ya no es culto.
Ya en este proceso de dilución está implícito el esfuerzo de hacer a un lado la filosofía, o como haciéndole un favor a la que ha sido “madre de todas las ciencias”, dejar a la filosofía “transversalmente” en el mapa curricular de los diferentes niveles académicos, por eso y otras razones de no menos importancia, es que ahora ha resultado la Lógica, la Ética y cualquier otra materia como “de relleno” en los ámbitos académicos. Si hay una buena intención en la metodología de la transversalidad, como todo en México, no llega, o llega tarde, y/o se importa mal en nuestra cultura.
Y bueno, noticias como “Proyecto homicida de la SEP”, siempre tienen a bien el hacer ver que la filosofía es lo que da autonomía intelectual y carácter, es decir, es lo que hace que la persona sea libre; la auténtica libertad viene siendo desde una actitud filosófica ante la vida; cuando la psicología y el derecho tienen una comprensión integral o abierta a lo que significa ser persona, ya alcanzan una actitud filosófica en su quehacer, de manera que la filosofía no se restringe al ámbito académico, aunque sí es por la academia que se forjan los profesionales de la filosofía, i. e., los filósofos de profesión.
Del título de “Proyecto homicida de la SEP” permítaseme hacer la siguiente aplicación, la educación se suicidará si sigue arrinconando a la filosofía, pues además de la transversalidad, otro término que se anda queriendo vender como oro molido es el de competencias: “educar en la teoría de la educación basada en competencias” como dice Haydee Parra Acosta (de la UACH), y por muy pobre o muy rico que se presenta esta teoría –porque se tiende a esconder que “competencia” sea la traducción que se le da al how-know, un modelo educativo anglosajón, que antepone el cómo [se hace] al qué [sea la realidad o el ser], con lo cual hay que tener cuidado, porque para el sentido de la vida son ecesarias las ideas claras, que responden al qué–, no deja de verse que este “modelo por competencias” exige de un ingrediente filosófico para su confección, y sin buenos filósofos, entonces, todo intento de modelo educativo, a lo mucho que puede aspirar es a ser, más bien, capacitación o entrenamiento, y entonces ya la educación se suicidó, está muerta la educación, a lo mucho hay adiestramiento en los ámbitos académicos.
Si se quiere desde las “competencias” una educación a la altura de las exigencias de la sociedad, pues una exigencia social es la de la ética, ahora con tanto secuestro y asesinatos; de hecho es la primera exigencia política, social y económica; y la ética es eminentemente filosófica, se requiere del profesional en la materia para hacer ver que los valores no se consiguen como con recetas, y en mucho esto exige el ser culto (no sólo ser profesionista), pues parodiando a Sócrates, la ignorancia es la madre de los vicios, y las virtudes requieren del cultivo de la inteligencia para la verdad y de la voluntad o sentimientos para el amor. De manera que la misma metodología transversal y por competencias, dudamos, que le esté dando el lugar justo a la filosofía en el ámbito académico.
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