miércoles, 29 de julio de 2015

¿Para qué sirve el soccer en México?

Por Jesús M. Herrera A.

La hipótesis de esta reflexión es que el soccer en México es un icono del modo de ser del mexicano; un modo de ser es lo que de nosotros queda en aquello en lo que nos relacionamos.  En nuestras relaciones humanas, nuestro modo de ser es algo que se queda, psicológicamente, en el otro. Aquí tratamos de describir cómo piensa y cómo siente el mexicano; el mexicano es un sujeto que, ya por algo genético de su actuar natural (o sea, inconsciente), es que festeja sin tener qué festejar, y que tiene expectativas ciegas, es un sujeto, pues, de fe ciega (v. gr., que le tiene fe ciega a su Selección Mexicana de Soccer; los militantes en partidos políticos de comunidades populares le tienen fe ciega al candidato que apoyan, etc.); hablamos de un fenómeno ya referido en ese dicho tradicional que reza así: “a qué le tiras cuando sueñas, mexicano”.

En cuanto al icono, siguiendo al filósofo mexicano Mauricio Beuchot, quien toma el icono peirceano como lo esencial de su propuesta filosófica denominada como hermenéutica analógica, se trata de un recurso teórico y metodológico, que por esto último se define –el icono– como aquello por lo que podemos pasar de la parte al todo; es algo, pues, que nos hace pasar del fragmento al todo, insiste, literalmente, Beuchot.  De manera que el soccer mexicano, y otras cosas lamentables como las telenovelas, son fragmentos que nos pueden llevar a comprender la baja autoestima del mexicano, es algo que emana de lo que ya Samuel Ramos advirtió en su estudio psicosocial del mexicano: no es que el mexicano sea menos, sino que se siente menos, dijo Ramos.

De Octavio Paz, describiendo o desarrollando más lo predicho por Ramos, se han hecho muy conocidas estas líneas: “El solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es ocasión para reunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos. Somos un pueblo ritual”.  Así, el mexicano halla rápido cualquier excusa para echar relajo; ¿por qué el mexicano toma lo efímero y lo hace esencial para su vida? Tal vez porque así es como logra zafarse de la marcha del tiempo, de modo que su vida siga justificando su sinsentido, pues es más importante el soccer y el pleito del director técnico de la selección, que los problemas de orden social, económico y político de México; el soccer es más importante que cuidar de sí porque se tiene una meta de vida; el soccer es importante porque dentro de él nada hay serio, no es referente de trabajo y consecución de metas, es, más bien, relajo y, psicosocialmente, el mexicano es relajo.

El soccer en México no es como el de otras latitudes, referencia de cultura de trabajo y de cultura de organización; es referencia, por qué no, en otras latitudes, de nacionalismo auténtico, no del nacionalismo inauténtico que nos viene de los libros de la SEP y de la partidocracia mexicana; el nacionalismo mexicano es de mitos sin logos; un nacionalismo auténtico y fértil hace pasar del mito al logos, mientras que el nacionalismo mexicano renuncia al logos y se queda atorado en mitos para echar relajo (y que unos cuantos hagan negocio con ese relajo), porque, ya lo había dicho Juvenal en el mundo romano, al pueblo hay que entretenerlo (o diría Marx, alienarlo), a través de pan y circo.  No hay, entonces, a través del soccer mexicano, una filosofía del deporte que dé algo al mexicano.

Ahora que ya se ven más profesionistas para el ámbito de la Educación Física, es muy recomendable que se formen en una Filosofía y ética para el deporte, que sea más crítica y propositiva ante el fenómeno deportivo que se ve en México.

El autor es profesor de filosofía.

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