Por Jesús M. Herrera
A.
La hipótesis de esta reflexión
es que el soccer en México es un icono del modo de ser del mexicano; un modo de
ser es lo que de nosotros queda en aquello en lo que nos relacionamos. En nuestras relaciones humanas, nuestro modo
de ser es algo que se queda, psicológicamente, en el otro. Aquí tratamos de
describir cómo piensa y cómo siente el mexicano; el mexicano es un sujeto que,
ya por algo genético de su actuar natural
(o sea, inconsciente), es que festeja sin tener qué festejar, y que tiene
expectativas ciegas, es un sujeto, pues, de fe ciega (v. gr., que le tiene fe
ciega a su Selección Mexicana de Soccer; los militantes en partidos políticos
de comunidades populares le tienen fe ciega al candidato que apoyan, etc.); hablamos
de un fenómeno ya referido en ese dicho tradicional que reza así: “a qué le
tiras cuando sueñas, mexicano”.
En cuanto al icono, siguiendo
al filósofo mexicano Mauricio Beuchot, quien toma el icono peirceano como lo
esencial de su propuesta filosófica denominada como hermenéutica analógica, se
trata de un recurso teórico y metodológico, que por esto último se define –el
icono– como aquello por lo que podemos pasar de la parte al todo; es algo,
pues, que nos hace pasar del fragmento al todo, insiste, literalmente, Beuchot. De manera que el soccer mexicano, y otras
cosas lamentables como las telenovelas, son fragmentos que nos pueden llevar a
comprender la baja autoestima del mexicano, es algo que emana de lo que ya
Samuel Ramos advirtió en su estudio psicosocial del mexicano: no es que el
mexicano sea menos, sino que se siente menos, dijo Ramos.
De Octavio Paz, describiendo o
desarrollando más lo predicho por Ramos, se han hecho muy conocidas estas
líneas: “El solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo
es ocasión para reunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la
marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y
acontecimientos. Somos un pueblo ritual”.
Así, el mexicano halla rápido cualquier excusa para echar relajo; ¿por
qué el mexicano toma lo efímero y lo hace esencial para su vida? Tal vez porque
así es como logra zafarse de la marcha del tiempo, de modo que su vida siga
justificando su sinsentido, pues es más importante el soccer y el pleito del
director técnico de la selección, que los problemas de orden social, económico
y político de México; el soccer es más importante que cuidar de sí porque se
tiene una meta de vida; el soccer es importante porque dentro de él nada hay
serio, no es referente de trabajo y consecución de metas, es, más bien, relajo
y, psicosocialmente, el mexicano es relajo.
El soccer en México no es como
el de otras latitudes, referencia de cultura de trabajo y de cultura de
organización; es referencia, por qué no, en otras latitudes, de nacionalismo
auténtico, no del nacionalismo inauténtico que nos viene de los libros de la
SEP y de la partidocracia mexicana; el nacionalismo mexicano es de mitos sin
logos; un nacionalismo auténtico y fértil hace pasar del mito al logos, mientras
que el nacionalismo mexicano renuncia al logos y se queda atorado en mitos para
echar relajo (y que unos cuantos hagan negocio con ese relajo), porque, ya lo
había dicho Juvenal en el mundo romano, al pueblo hay que entretenerlo (o diría
Marx, alienarlo), a través de pan y circo.
No hay, entonces, a través del soccer mexicano, una filosofía del
deporte que dé algo al mexicano.
Ahora que ya se ven más
profesionistas para el ámbito de la Educación Física, es muy recomendable que
se formen en una Filosofía y ética para el deporte, que sea más crítica y
propositiva ante el fenómeno deportivo que se ve en México.
El autor es profesor de
filosofía.
Comentarios y sugerencias a jesusherreraaguilar@gmail.com
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