lunes, 19 de julio de 2010

Personalismo y Educación (segunda parte)


Por Jesús M. Herrera A.
Publicado en El Mexicano: 12A / LUNES 19 DE JULIO DE 2010 / TIJUANA, B.C.
Continúo con esta presentación y propuesta de la filosofía personalista, o más precisamente del Personalismo comunitario.  La primera parte quedó publicada en El Mexicano: LUNES 12 DE JULIO DE 2010 / TIJUANA, B.C., p. 10A.  Ahora hablaré de la cosmovisión y de las diferentes ideologías que componen el terreno en donde nace el Personalismo comunitario.
Sigo aquí también comentando a Juan Manuel Burgos para entregarles este resumen de la definición y expectativas de esta empresa intelectual, y con el esfuerzo de aterrizar todo esto en las consecuencias que una educación personalista quiere, mas también es ineludible la denuncia personalista a los distintos excesos o defectos de educaciones impersonalistas que se dejan ver en estos tiempos.
Burgos nos indica que el personalismo nace en un contexto de “materialismo intelectual”, tengamos como reunidas en conjunto una cosmovisión armada de cuatro corrientes que han comenzado a tener mucha importancia por allí desde poco antes del S. XIX: el pensar positivista, el mecanicista, el vitalista, y el evolucionista; tal vez este último, como se explicitará en breve, sea casi la mejor muestra o el icono de la cosmovisión materialista intelectual, que Burgos refiere.
Para la mentalidad que subyazca al ámbito educativo, se trata de una cosmovisión en donde triunfa la ciencia experimental: lo cual llevó “a pensar que el método científico era el único método de conocimiento válido y, yendo un paso más allá, que las únicas dimensiones que realmente existían eran las físicas y materiales, aquellas que se podían controlar mediante ese método de conocimiento”.
El evolucionismo, como el apoyo más importante para el materialismo intelectual que destaca Burgos, supone que “el hombre no era más que un producto de la evolución a partir de elementos materiales simples de carácter físico. [Y] …No había en el hombre, por tanto, una dimensión espiritual ni capacidades espirituales, sino habilidades con origen en una realidad material más evolucionada que en las plantas y los animales”.
Y en virtud de lo anterior el ser humano siente que su existencia está metida como en un corsé, puesto que sin lo espiritual no se da la libertad; un sujeto sin esa parte espiritual en su existencia, en la marcha de su vida, no es más que un simple animal (animal irracional), o un robot.  Es que lo que hace libre a alguien es conocer y amar en el mundo, pues esto es lo que permite a la persona elegir y trascender, para comenzar, en el otro, por lo menos conociéndolo, y sobre todo amándolo.
En una cosmovisión materialista intelectual se trata de pensamientos que instruyen y hacen inteligencias, según Burgos para pura retórica, mas no para “las luchas del espíritu y para los conflictos del mundo”.  Esto es, entonces, lo que implica mucha construcción y descubrimiento de la libertad, de manera que se pueda transformar el mundo, y que no se siga con la inercia y el determinismo lineal que condena al ser humano a ese mal refugio que es el destino, y se generan sociedades no sólo excluyentes, también asfixiantes.
Es de todos sabido que en una mentalidad conservadoramente cientificista, y más específicamente evolucionista, prevalece como una idea fundamental, el que la subsistencia de las especies se da a costa de las más débiles, haciendo que las más fuertes se devoren a las más débiles, justificando con ello la ley del más fuerte, se alude aquí a la fuerza vital; y las cosas así son de manera determinada, lo cual no se puede cambiar, aunque se quiera.
Como se ve, no nos satisface, y ni mucho menos, que la educación sea a partir de la ley del más fuerte.  Lo cual lamentablemente se alcanza a divisar imponiendo ideologías con el uso, muchas veces desgastado, de que por todos lados lo que se presume es formación de “líderes”, cuando hay quienes no tienen ni la mínima intención de liderar, y son felices en su empleo toda vez que son estimados porque tienen lo fundamentalmente exigible, que es el ser responsables y proactivos, amantes de lo que hacen.  Por ejemplo, vi que en una institución educativa quitaron a una excelente docente de primaria para ponerla como una pésima directora, o coordinadora de esa sección de la escuela.
Si no se tiene cuidado, la tan ahora de moda Educación en competencias, puede pecar de fundarse en la Ley del más fuerte si ésta no tiene direccionalidad: lo único que queremos es que la competitividad se funde en el amor por lo que se hace a partir de la actitud de servicio y la responsabilidad por el trabajo que se ofrece, e incluyendo en su justo lugar al que no tiene tanta actitud de liderazgo; y más aún, todo esto requiere de una educación que crea en la persona, como sujeto libre y responsable, para que haya acercamiento afectivo a ella.
Al determinismo materialista que hemos mencionado, no le cabe el pensamiento solidario y mucho menos la intención por el bien común; no cabe tampoco la atención auténtica de las minorías; digo la auténtica, no esa que se va al extremo de hacer de las minorías bombas de tiempo en la sociedad, a partir de discursos y una retórica que les hace actuar odiando a las mayorías; la autenticidad por la atención a las minorías no puede fundarse en el odio, simplemente estaríamos en el péndulo brincando de un extremo al otro sin transformar el mundo.
Entonces, la preocupación del personalismo, era de frente y para atender a la negación de “las dimensiones trascendentes –humanas y espirituales– de la persona”, conste, me parece, que no tanto para condenar a la ciencia, sino para hacerla ver sus límites y con ello, incluso, enriquecerla poniéndose en diálogo.
El personalismo, siguiendo con lo anterior, está recuperando el diálogo con la ciencia, pues este diálogo se había comenzado a perder desde el arranque de la modernidad, cuando la filosofía se había comenzado a subordinar a la ciencia: primero se subordinó a la Teología (tal vez desde antes de la modernidad) haciéndose su esclava, luego se hizo esclava de los diferentes modos de ciencia experimental.
Ahora se trata, como dice un personalista mexicano de la UNAM, Mauricio Beuchot, de hacer que la Filosofía sea compañera de la Teología y, agrego, pues también de la ciencia positiva y/o experimental, insisto que con el fin de enriquecerlas desde una actitud dialógica.  Y es que en el personalismo se supone e insiste en que la personificación de un ser humano se da tanto cuanto haya capacidad de diálogo y comunicación, Carlos Díaz es enfático en ello.
Pues bien, además de que en un contexto de Intelectualismo materialista nace el Personalismo comunitario, pues también nace en un mundo capitalista, que ha ido o se ha iniciado desde el liberalismo, lo cual comentaré en la siguiente columna, dado que aquí el especio se agotó.