lunes, 5 de julio de 2010

Propósitos y destinatarios de mi libro “Persona, Educación y Valores” (continuación)


Por Jesús M. Herrera A.
Publicado en El Mexicano: / LUNES 5 DE JULIO DE 2010 / TIJUANA, B. C. p. 10A
En mi columna pasada, del 21 de junio de 2010 (p. 25 A), dejé la primera parte de esta respuesta que le envié a uno de los lectores de mi libro “Persona, Educación y Valores”, en donde he venido exponiendo la necesidad de una interdisciplinariedad para dedicarnos a la labor educativa, más, tal diálogo interdisciplinario he venido sosteniendo que ha de estar orientado por la filosofía, y en concreto por una filosofía que nace para, y desde, Latinoamerica, se trata de una filosofía que de primera intención funge como metodología: estoy hablando de la hermenéutica analógica como una propuesta filosófico-metodológica.
En esta segunda parte lo que haré es explicitar y retomar un poco más qué sea una hermenéutica analógica, de manera que después con la clave de una hermenéutica analógica, se atienda a los propósitos y destinatarios de mi libro, a través de mi respuesta a Cornelio Castelo, de Hermosillo, Sonora, que es a quien me he referido como uno de mis lectores.
¿Qué es hermenéutica? La disciplina filosófica contemporánea es la hermenéutica, la hermenéutica es la disciplina (ciencia y arte) de la interpretación, es común considerar que el término hermenéutica viene de Hermes, el dios griego, quien le interpretaba a la polis la voluntad de los dioses.
Sucintamente, de manera muy apretada, vemos que el mundo de la ciencia y la técnica ha interpretado unívocamente la realidad, unívocamente aquí significa que la interpretación ha sido de manera cuantitativa, instrumental, y positivistamente; y entonces hay realidades, sobre todo existenciales, que no podrían ser objeto de consideración para una óptica o interpretación univocista: tales realidades existenciales serían por ejemplo la moralidad humana, la religiosidad, la felicidad, el sentido pues, de la vida y de la muerte, etc.
Entonces, confrontando al paradigma univocista, y de hecho reaccionando en contra de él, se quiere atender a la interpretación de la realidad desde una hermenéutica o interpretación equivocista, lo cual significa el oponerse a la razón, como una creadora de ciencia empírica o positivista, suponiendo que todo lo que ha hecho la ciencia es malo en sí, y entonces a la razón se le quiere oponer radicalmente el sentimiento y sus creaciones (lo artístico; literatura, poesía, música, religión, etc.) precisamente para atender al sentido de la vida, a la felicidad humana.
Se hacen, pues, dos mundos, mundo de la ciencia y mundo del arte y la religión, el problema es que la tendencia actualmente es ponerlos como enemigos o antagónicos, y está ganando el mundo del sentimiento que renuncia radicalmente al mundo de la razón, i. e., el mundo de la equivocidad; y así como cuando ganó el mundo de la univocidad hubo consecuencias violentas, lo mismo ocurre con un mundo equivocista, también tiene sus propias violencias; y lo  que buscamos, pues, con una hermenéutica analógica es evitar radicalismos que conduzcan a violencias.  Ya el hecho de ver en la sociedad que se habla de ser de derecha o de izquierda, es una muestra de estas polarizaciones que conducen a actitudes violentas.
¿Qué es hermenéutica analógica?  Entre lo unívoco y lo equívoco está la analogía, está de manera dinámica, no como equidistante, sino que se le encuentra en equilibrio difícil.  Una hermenéutica analógica, ideada y liderada por Mauricio Beuchot (UNAM), entonces, quiere buscar el diálogo y la relación de los dos mundos, apostando que de ese diálogo saldrá algo diferente, desde la inclusión y no la exclusión que ya ha dado de sí.  Intentando que la razón no se oponga al sentimiento y que éste tenga una direccionalidad, un límite, de manera que en la analogía predomine la diferencia, la equivocidad, pero sin perder el piso de la semejanza, de un mínimo racional que evite la total obscuridad, como para renunciar al cultivo de la ciencia y la erudición.  Ahora continúo con mi respuesta a Cornelio Castelo.
Otro problema es que en estos tiempos posmodernos se quiere que la literatura detente el lugar de la filosofía, o que la estética detente el lugar de la ética, quienes tienen estas pretensiones renuncian a un mínimo de orden, y con ello se queda la sensación por encima de la razón, y me refiero sobre todo a la razón moral, la primera que se perdió, ahora a parte de la razón moral que desde Descartes se perdió se quiere aniquilar a la razón epistémica, se quiere renunciar, pues, a todo tipo de orden, insisto, para poner por sobre la ética a la estética, y sobre lo ontológico lo literario: en hermenéutica analógica queremos ir de lo literario al ser: por ejemplo que la poesía nos haga pensar en el ser, mas no que la poesía detente el lugar de la metafísica o la ética, que es lo que se ha pretendido.  Una hermenéutica analógica busca, pues, un mínimo de orden.
La religión es todo un tema a parte.  Yo me he dedicado mucho a ella, de hecho fue gracias a mi praxis católica que comprendí que mi vocación es la Filosofía y la Teología, aunque me he dedicado más a la primera; y mi trabajo en Teología quiero hacerlo desde la base filosófica que permita hacer que el dato revelado se vea sí como obscuro a la razón, pero no ciego a ella, entonces sin subordinar la Teología a la razón, sin incurrir en gnosticismos o teosofismos, u ontoteologías, intento explotar el lado humano de la formación y cosmovisión que le toca proveer a la religión, ya que ella, desde la Teología tiene esa función y sus propios caminos (método) y lenguaje (mito/símbolo).
El problema es que también las escuelas confesionales, en estos tiempos posmodernos, hacen de la formación religiosa un puro ritualismo mágico [equivocista] y/o moralista [univocista], y con estos excesos no se llega al compromiso por el bien común, a la ayuda fraterna y caritativa por el otro.  Es que en el cristianismo la caridad se consigue precisamente por la experiencia de fe en Jesucristo, y en ello si bien la filosofía se queda corta, estamos ante una virtud, por lo que la filosofía nos ayuda como pedagoga, y luego, la trascendemos [a la filosofía, abriéndonos a la fe].
Retomo que así como aludí a la aplicación de la hermenéutica analógica a disciplinas diferentes a la filosofía, pues también cabe decir que la Teología está buscando mucho de la hermenéutica analógica, precisamente para poder crecer en la vida de fe desde la Teología, ya que ella ha incurrido en univocismos al quedarse como una ciencia extrañamente cultural pero que no alimenta la fe, o como una ciencia del sentimiento de Dios que renuncia al dogma [no dogmatismos o clericalismos que detentan el poder], y esto no permite tampoco el cultivo de la fe.  Y bien, aquí la actitud analógica para la Teología, es una actitud filosófica, abrirse a la suficiencia filosófica que le permita a esta ciencia avanzar para el cuidado y el crecimiento de la fe, que se beba, entonces, de la "Fuente del sentido de la vida".
Queda la preparación cultural de los hogares como redentora de la falta de rigor para alcanzar la analogía en la educación mexicana: llámese pública, o privada, yo creo que hay mucho qué hacer en las Escuelas para padres, de manera que no se queden en las recetas conductistas que les ofrecen, sino que se abran a la cultura: más compromiso con el arte, con la literatura, y con la filosofía para que haya con qué filosofía dedicarse a esta actividad sui generis como es la de educar en el hogar.  Construir dinámicas que vean las necesidades sociales y que lleguen a un compromiso, exige una mínima planeación, y esto ya es hacer filosofía, para que estas escuelas y los centros educativos tengan ensayos de trabajo comunitario.
Estimado Cornelio, me quedo atento a sus inquietudes, tengo qué hacer algo así como una segunda edición de mi libro "Persona, Educación y Valores", en la que integre estos cuestionamientos que con lectores como usted, pues voy recibiendo, además de ofrecer ensayos en torno a virtudes/valores concretos, pues en esta vez apenas me quedé en el mapa más general del tema.