lunes, 9 de febrero de 2009

Impresiones de los presentadores de mi libro: "Persona, Educación y Valores. Crítica, principios y conceptos desde la hermenéutica analógica".

Presentan libro sobre educación y valores
Por Rut Dena/EL VIGÍA, Ensenada, B.C.
2008-06-07 00:00:00

“Persona, Educación y Valores”, es el nombre del libro que ayer presentó el filósofo y docente Jesús María Herrera Aguilar, ante más de una veintena de personas en las instalaciones de la Universidad Interamericana para el Desarrollo (UNID).
El texto que originalmente fue pensado para los docentes de todos los niveles escolares, rebasó las expectativas esperadas al grado de ser recomendado a todas aquellas personas que se dedican a la formación humana como son los padres de familia.
Mediante una crítica directa que de manera sencilla carga consigo una complejidad que merece ser estudiada y retomada, el autor plantea que la educación actual debe buscar la especialización y actualización para que los alumnos no queden meramente como iniciados en temas éticos y de valores.
Tras un concepto o explicación sobre qué son los “valores” se ha generado cierta distorsión sobre lo que en realidad son y la mayoría de las ocasiones han sido retomados por las perspectivas psicológicas, médicas o legales, dejando al lado que este es un concepto que debe ser estudiado por la filosofía, que bajo su explicación un “valor es todo aquello que nos permita plenificarnos como persona”.
La temática de los valores ha gozado de gran auge en los últimos años, sobre todo por el “sin sentido” que agobia a gran parte de la humanidad, por ello este libro detalla que es gracias a las virtudes que se pueden desarrollar los valores, “pero no todo valor es una virtud”.
Herrera Aguilar, precisó que este libro no es una receta, ni tampoco un libro emotivista de los que se venden por montones en supermercados y librerías, este libro es una crítica a la realidad actual con el que se busca encontrar a través de la enseñanza elementos que contribuyan a dar sentido a la vida.

Marco Calleros, Universidad Autónoma de Baja California.

Palabras sobre el texto
Persona, Educación y Valores del profesor: Jesús Maria Herrera Aguilar
Publicado en el 2008 por editorial Torres
Una nota interesante en este texto, es el prólogo de Mauricio Beuchot que pone la nota del relieve de este contexto, en la construcción continua y sistemática de un campo que procura aportar elementos de comprensión sobre la realidad desde la hermenéutica analógica.
En sus palabras ¨ hay varias hermenéuticas, unas absolutistas y cerradas, que podemos llamar univocistas y otras demasiadas abiertas y relativistas, que podemos, por ello, denominar equivocistas. Entre [ellas] se encuentra la analógica; por ello podemos pensar en una hermenéutica analógica que esté intermedia entre las dos posturas anteriores y evite los inconvenientes de cada una de ellas.¨ (Beuchot, 2008)
Estas ideas desde Beuchot hasta el maestro Herrera Aguilar, son el puente en que la reflexión, sobre la persona, la educación y los valores que nos convocan esta tarde.
No sólo estamos aquí para acompañarnos en una charla, también estamos presentando el libro de reciente impresión que el profesor nos comparte.
En él, nos lleva de la mano a una temática ética donde los elementos que titulan este libro, se entretejen es un contexto de polémicas discrepantes y encuentros ambiguos, esto es: en un contexto donde los sentidos de la filosofía son muy amplios y responden a muchas vertientes.
Este es el primer paso que da el autor: un preámbulo sobre lo que es necesario entender por filosofía y la necesidad de reconocer los ámbitos desde los que nos habla.
¿A quién educamos hoy?
¿Cómo nosotros mismos nos vamos volviendo educadores de nuestro entorno?
Estas preguntas perfilan posiblemente el campo de este encuentro:
¨… esta capacidad de distinción y orden prudencial que hace la analogía [que] nos provee de la posibilidad de entender claramente lo que existe como ya dado por la naturaleza, una de esas cosas dadas es lo que se conoce como ley natural, y que de alguna manera se nos presenta como intocable, respetable, indiscutible; en este sentido la analogía nos hace ver limites para no intentar transgredirlos equivocadamente ¨, p.42
Para nosotros esta es la invitación hablar de límites y transgredirlos, moverlos, jugar con ellos y permitirnos ver en nuestro momento actual, como alumnos, el potencial de nuestra función en un futuro cercano como educadores, y poder responder en primera persona a la pregunta sobre ¿a quién estaremos educando? y ¿ cuáles son los limites de esta labor?

Pamela Arzave Ochoa
Universidad Autónoma de Baja California
Comentario
Como miembro del proyecto de servicio profesional Difusión y vinculación filosófica, quiero manifestar mi agradecimiento a la Dra. Marcela Mungaray, a la coordinación, dirección y a los compañeros de la Escuela de Humanidades que se han dado a la tarea de abrir espacios para la discusión filosófica, como las diversas jornadas de conferencias, la proyección de películas cada miércoles y ahora la oportunidad de presentarles y comentar sobre el trabajo del profesor Jesús María Herrera quien muy amablemente comparte con nosotros el texto Persona, Educación y Valores
Cuando recibí el escrito y el leí el título tuve una reacción de desconfianza y curiosidad, me dispongo a explicar por qué: considero que todos los que estamos en esta sala hemos sido testigos de la poca seriedad con que se habla: en los medios de comunicación y en algunas escuelas sobre la educación, la ética y los valores. En los centros comerciales y en los estantes principales de las librerías abundan los manuales de superación personal, miles expertos en desarrollo humano, ayuda de todo tipo para alcanzar el éxito profesional, etcétera. Y seré sincera, fue con ese prejuicio que inicié la lectura para luego descubrir que el trasfondo del escrito que tenía en mis manos, era el compromiso y preocupación del profesor Herrera sobre dos cosas: una es el estado de la sociedad en la posmodernidad y otra, la calidad de la educación; eso fue lo que alimentó la curiosidad de ver qué es lo que se está escribiendo sobre Ética en filosofía y tras conocer la trayectoria de nuestro invitado, sin duda tenemos ante nosotros una buena opción para el análisis, reflexión y crítica sobre el estado de la Ética en nuestro tiempo.
De forma precisa, clara, en un lenguaje sencillo tenemos ante nosotros un trabajo que nos ofrece a los estudiantes un panorama de lo que ha sido la Ética a lo largo de la historia de la filosofía, habla de la necesidad de formar conceptos que permitan comprender una realidad que cambia constantemente y en éste sentido, el autor marca de manera pertinente que la discusión sobre la crisis de los valores debe ser responsabilidad exclusivamente filosófica.
La crisis que afronta nuestro tiempo, que se llama posmodernidad, es la crisis de los metarrelatos: la emancipación del sujeto, paz mundial, la verdad y la hermenéutica del sentido, el autor la describe, como una “decepción de la razón ilustrada” (Herrera, p.20) que se caracteriza también por la pérdida de objetivos y una ciega confianza en la tecnología.
En ese contexto, el profesor Herrera deja ver una profunda preocupación por el rumbo de la sociedad mexicana y la manera en que se afrontan las problemáticas que en ella convergen, señalando a que es nuestra disciplina, la encargada de dar respuesta y sentido a lo que acontece, señala el autor que: ella (la filosofia) está en todo y, siendo así,
“si tenemos una filosofía de calidad tendremos un mundo de calidad; sencillamente porque si actuamos como pensamos, es necesario que haya buenos pensamientos…, para que nuestros actos también sean de calidad.” (Herrera, p.10)
Aquí es donde observo una segunda fase de este trabajo y es la que compete a la educación. Según el autor, la modernidad tenía como rasgo la confianza en la ciencia y en las explicaciones empíricas (Herrera, p. 21) era una visión que él llama univocista o unívoca, retomando éstos conceptos de la hermenéutica analógica de Mauricio Beuchot. La posmodernidad, por el contrario, es totalmente equivocista o equívoca “… se cree que todo es relativo y que no hay posibilidad de verdad, se niega la verdad, o a lo mucho cada quien la construye como mejor puede o como mejor le conviene…” (Herrera, p. 21) y en ésta posición es imposible el acuerdo, se anula la posibilidad de diálogo.
La Hermenéutica analógica traída del pensamiento de Beuchot, ahora a la ética por el profesor Herrera, es una alternativa para comprender el mundo y redefinirlo sin cerrarse en una sola explicación de las cosas pero tampoco dejándose llevar por el relativismo.
En la analogía logramos colocarnos de forma realista frente a algo o a alguien, porque la identidad completa (univocidad) no es posible, pero la diversidad completa (equivocidad) tampoco lo es,…un término analógico es aquel que se predica en parte igual y en parte diferente, cuando se está refiriendo a algo. (Herrera, p. 24)
El autor deja ver esta propuesta como la búsqueda del punto medio entre aquellas cosas comprobables, los paradigmas, lo que la ciencia y la razón ofrecen pero deja la apertura ante otras respuestas, alternativas que permitan solucionar problemas y comprender el mundo; esta respuesta la encuentra en el símbolo, es esa parte que conjuga los opuestos para redireccionar las cosas ¿Cómo entender esto? Admitir las situaciones reales de una sociedad y las limitaciones de la ciencia, los gobiernos y las instituciones para dar solución a los conflictos que afrontamos. El texto que se nos ofrece el día de hoy apunta a la necesidad de que sea la Ética y la filosofía las que asuma las reflexiones sobre el sentido de la existencia.
Estamos en el plano de la moral y en el de la responsabilidad del filósofo y del docente que tienen a su cargo asignaturas de este corte; decía que observaba en este trabajo una preocupación sobre la calidad de la educación, y es que quienes enseñan áreas de la filosofía tan delicadas como la ética, parecen no mostrar interés ni por su entorno ni por armarse de buenos argumentos para sostener un plan de estudios.
Persona, educación y valores es también una opción de material didáctico en el que los profesores pueden encontrar fuentes en la filosofía; leí en las primeras páginas del libro que esto era para que los profesores tuvieran a quién preguntar y en dónde encontrar respuestas serias acerca de los temas antes mencionados.
A modo de conclusión: Mucho se puede decir sobre las funciones que se le atribuyen a la filosofía y mucho se puede señalar sobre su lado formativo; considero que la educación tiene la responsabilidad de formar a sus estudiantes en un marco de interés por lo que pasa en su comunidad, desarrollar pensamiento crítico, ayudarles a plantear preguntas y a fortalecer argumentos. Es una labor que se gesta en las aulas mas no es tarea propiamente filosófica, esto es algo que nos compete a todos como miembros de una sociedad, como ciudadanos que tomamos decisiones para nuestro beneficio y que tienen una significación mayor. Ahora bien, sí es importante que los que se dicen partícipes de la filosofía tengan la capacidad de escucha y propuesta, no se trata de enseñar a ser buenos ciudadanos, pero sí de explicar por qué pasan las cosas de tal o cual modo, por qué ciertos discursos como el de la seguridad y terrorismo se ponen de moda, cómo el ser humano se va situando ante el mundo en el que hay discriminación, explotación, pobreza, etcétera. Yo creo que no se necesitan espectadores, revolucionarios o activistas de escritorio pero sí asombro, oído, pensamiento crítico... ahí me gusta más situar a la filosofía.
En fin… los invito a acercarse al texto que presentamos el día de hoy, insisto hay que ver qué hay de nuevo en la Filosofía de lo nuestro y ésta es una buena opción. Gracias.
Pamela Arzave Ochoa
Herrera, J., 2008, Persona educación y valores, México.

PERSONA, EDUCACIÓN Y VALORES. Crítica, principios y conceptos desde la hermenéutica analógica.
De Jesús María Herrera Aguilar
Por: Mónica Morales Rocha
Universidad Interamericana para el Desarrollo, Tijuana.
Al observar el caos general en que vivimos como sociedad resulta paradójico y, quizás irónico, que sea en este mismo contexto, donde pulule y salte, a la menor provocación, la cuestión de los valores. Se habla mucho al respecto, se cuestiona y critica, se comparte el desaliento por la «pérdida de valores», se decreta desde los más altos niveles la necesidad de nuevas currículas educativas que integren una «formación en valores». Los valores, son tomados por bandera en instituciones educativas, empresas, incluso en medios de comunicación, como estrategia de mercadotecnia, es decir, como simple y llano discurso.
La práctica, como salta a la vista, es otra. La realidad, es otra. Es evidente.
Persona, educación y valores, de Jesús María Herrera Aguilar, pudiera pensarse parte de esta moda discursiva. Sin embargo, resulta refrescante abrir sus páginas y encontrarse frente a una propuesta clara y bien fundamentada, desde la perspectiva filosófica de la Hermenéutica Analógica.
Poniendo distancia desmedida, respecto a la pseudo-literatura que abunda en nuestros días, y que ofrece la panacea a los problemas sociales retomando discursos gastados, parafraseando al sentido común y estableciendo códigos de conducta todo menos que originales; el texto del Mtro. Herrera, se plantea como instrumento académico, producto de investigación y reflexión formal en el área filosófica.
Concebido como (y cito):
“una inducción de índole filosófica, para que los docentes que se dedican a la formación humana en nuestro contexto mexicano, desarrollen una actividad capaz de ser crítica a la cultura posmoderna que impregna los ambientes educativos que representamos” (termino la cita),
en Persona, educación y valores, Herrera —conocedor del oficio— ofrece una estructura didáctica impecable.
Primero, nos lleva de la mano por un recorrido histórico-filosófico, de concreción brillantemente lograda, donde se deja en claro el progreso (como desarrollo o evolución) de las ideas en torno al ser y su búsqueda por el “valor absoluto”, revisando el pensamiento Griego, Medieval, Moderno y Posmoderno. Y explica, también, el método propuesto a lo largo de la obra, la Hermenéutica Analógica, sentando las bases pues, tanto metodológicas como los antecedentes de nuestra crisis cultural que dan pie o justifican la necesidad y pertinencia de su propuesta.
Se detiene, después, a revisar la cuestión de la «persona humana», concebida a contraparte del sujeto moderno y posmoderno, este último, consecuencia del primero y protagonista de la crisis cultural en que vivimos. Plantea aspectos psicológicos y reflexiones equilibradas y justas en torno a la «libertad», aquí propuesta por Herrera como «auto-determinación», a diferencia de la «determinación» e «indeterminación», extremos ambos, que han probado su fracaso.
En un tercer momento, aborda la Educación y los distintos roles del docente, necesarios según su propuesta, para afrontar la labor educativa en nuestro contexto posmoderno.
Y finaliza con la explicación detallada de «valores» y «virtudes», cómo concebirlos; su naturaleza desde la concepción aristotélica; su pertinencia en la actualidad. Y nos regala reflexiones clave para integrarlos a la labor docente.
Más allá de religiosidad o legalidad, Herrera logra mantenernos ubicados en el equilibrio filosófico de la concepción y pertinencia de «valores» “de más de dos mil años de tradición intelectual”. Y valida la Hermenéutica Analógica como metodología apropiada para abordar nuestro contexto, cuya crisis es fruto de los extremos unívoco y equívoco, de la modernidad y posmodernidad, respectivamente.
Persona, educación y valores, amerita pues, convertirse en un libro de cabecera para quienes nos dedicamos a la educación en este contexto mexicano posmoderno. Para quienes en verdad pretendemos vivir nuestra labor como «disciplina placentera»; no porque en él se contengan recetas mágicas, o se descubra el “hilo negro” de la formación en y con valores, como es popular que pregonen instituciones y bibliografías a granel en la actualidad; sino porque ofrece elementos filosóficos fundamentales que invitan a la reflexión crítica de nuestro entorno social, y de la labor docente misma. Para que seamos nosotros, en pleno y libre ejercicio de inteligencia y voluntad, quienes vayamos construyendo nuestro quehacer de manera congruente, y conscientes de que estamos participando en la formación de Personas, así, con todo el peso que ello implica.

EL TÍTULO, EL LIBRO Y LA FILOSOFÍA.
Áurea Nicte Ortega Sánchez
Universidad Interamericana para el Desarrollo, Tijuana
EL TÍTULO
El día que me entregaron el texto del Jesús María Herrera me encontré con unos amigos para comer juntos, al ver el libro y leer en su título: Persona, educación y valores: Critica, principios y conceptos desde la hermenéutica analógica, la pregunta surgió de inmediato: -Disculpa mi ignorancia pero ¿qué significa hermenéutica analógica?- Yo solo había leído la introducción escrita por el Dr. Mauricio Beuchot así que en mis intentos de aclarar el concepto, me encontré confundida en las palabras, pero, afortunadamente, logré que mi amigo quedara satisfecho con mi respuesta, aun así le prometí: -te explico mejor en cuanto termine de leer el libro-. Este incidente me hizo pensar en lo que se siente ser audiencia en una presentación de un libro cuando se desconocen algunos de los conceptos tratados, me identifiqué de inmediato, así que decidí tocar el punto desde el que está planteado este libro, me refiero a la hermenéutica analógica.
El concepto es una propuesta del Dr. Mauricio Beuchot que el profesor Jesús María Herrera retoma como base de este texto, así pues podemos afirmar que el término hermenéutica tal vez no nos genere tanta confusión pues a grosso modo lo definimos como interpretación de textos, y podemos, por cuestiones prácticas, tomar la definición como suficiente. Sin embargo, el término que nos complica la comprensión del concepto es analógica, este término viene de analogía o semejanza con algo, es decir relación de parecido entre dos cosas distintas.
Así que la Hermenéutica analógica se refiere a una interpretación que no es ni completamente unívoca ni completamente equívoca, es decir, no es ni totalmente cerrada ni totalmente abierta. Una interpretación que permite apertura sin caer en relativismo.
EL LIBRO
Más adelante, conforme avanzaba en la lectura, mientras tomaba notas de las ideas que me surgían para llevar a cabo la presentación del libro, me encontré con que no avanzaba una página sin querer decir algo al respecto, sin querer que ustedes se enterarán de las ideas que a mí me parecían relevantes, por lo que me propuse calmar mi ataque de egocentrismo y dejar que ustedes, al leerlo, fueran descubriendo las riquezas del mismo, así que me limité a tratar, sólo de manera general, sobre ciertos puntos del libro.
Los planteamientos realizados por el profesor Herrera van desde la exposición de la situación actual (negación de valores), hasta sus orígenes (es decir, choque entre el pensamiento de la modernidad y posmodernidad), esto lo hace aportando una propuesta, apoyado en el punto de encuentro de esos dos momentos.
La propuesta nos invita a no olvidar que el ser humano está conformado por polos opuestos que convergen, por lo que no debemos perpetuar la fragmentación que se ha dado en la educación al tratar de desarrollar solo el lado racional del alumno (modernidad) o solo el enfoque en los sentimientos y pasiones del mismo (postmodernidad). También nos lleva a pensar en el desarrollo pleno del docente para que éste, a su vez, pueda ser ejemplo a seguir y por ende formador.
LA FILOSOFÍA: PARTE CENTRAL DE TODO
En la actualidad existen varios males, o como nos dice el Profesor Herrera en su libro hay crisis de valores, seres humanos con baja autoestima, falta de disciplina, crisis en la educación, maestros enfocados en los superfluo, etcétera, y las soluciones que se dan a todo esto son también parte del problema: fundamentos fragmentados o Light que sólo acrecientan la falta de credibilidad y el sentimiento de vacío mediante la aplicación de técnicas y recetas preelaboradas.
La solución que el Profesor Herrera propone es retomar la filosofía como parte medular, diciéndonos que “… la filosofía estaá en el cien por ciento de todo”[1], propone buscar fundamentos, pero unirlos a los filosóficos, quiere que entendamos que “El tema de los valores y las virtudes, es eminentemente filosófico”[2] y que, por tanto se debería incluir a la filosofía en la educación y en la vida, deberíamos ver al docente como filósofo y que realmente sea así para poder superar esta situación de crisis.
Hace varios años para una tarea de la universidad me preguntaban si la filosofía había muerto o no, en mi ensayo respondí que la filosofía fue considerada la madre de todas las ciencias y que en la actualidad sólo se recordaba como a una abuela o pariente lejana de la que tenemos algún rasgo físico pero que no se sabía más de ella. Me parece que con propuestas como la del Profesor Herrera podríamos reactivar la carga genética que la filosofía ha aportando a la humanidad y hacer que recobre fuerza para tener nuevamente una imagen clara y aplicable de su verdadero rostro.
Ya solo me resta dar mi opinión como alumna y docente, así que es mi deber decirles que el interés que yo experimenté mientras recorría este libro cumple lo que sugiere en sus páginas, es decir, me deja con la motivación para investigar más cada vez, no sólo sobre valores y educación, me deja el reto de desarrollarme como persona para lograr mi función como alumna y formadora.



[1] P.15
[2] P. 89

Alfonso Fernández.
Universidad Interamericana para el Desarrollo, Ensenada.
Es un honor para mí poder representar a mi esposa para dar nuestros comentarios sobre el libro ´´Persona, educación y valores´´ del prof. Jesús María Herrera Aguilar. Nos llamó la atención la forma tan amena y a la vez clara de transportarnos a través de la historia del pensamiento humano, desde las bases en la cultura griega, pasando por el pensamiento medieval, hasta transportarnos a la modernidad con el racionalismo e ilustración para de ahí desembocar en la época actual posmoderna; o mejor referida como lo menciona el maestro Mauricio Beuchot en el prólogo “época relativista y casi irracional”. De ese recorrido, Jesús María nos da una esperanza a todos los docentes y no sólo los de las aulas, sino a los educadores en casa (papás y mamás). Una esperanza con la que nuevamente intentemos interpretar a la persona humana…interpretando al mismo ser, interpretando su educación e interpretando sus valores y virtudes a través de la hermenéutica analógica.
¿Por qué leer este libro?
Lo principal, nos da luz de conocimientos; te recuerda algunos, te refuerza otros, pero lo más, te enseña nuevos conocimientos en forma breve, clara y concisa y por lo menos a mí… me hizo recordar, al ver lo limitado de nuestros conocimientos, la frase de Sócrates “yo solo sé que no sé nada”. Pero nos anima con su propuesta a descubrir una metodología para formar seres humanos como personas íntegras.
¿Por qué lo recomiendo?
Porque hay ideas olvidadas que nos recuerda y nos hace reflexionar:
  1. Que la filosofía es parte de la vida diaria y no sólo de una clase de la prepa.
  2. Que con la filosofía podemos mejorar nuestro diálogo como seres humanos que somos.
  3. Que estamos dotados de esos grandes dones: inteligencia y voluntad que nos ayudan a conceptualizar y poner en práctica los valores a través de las virtudes.
Ideas que propone Jesús María Herrera:
Recuperemos a través de interpretar los polos aparentemente opuestos del pensamiento, la convergencia o analogía entre disciplinas y así darnos cuenta de la importancia de recuperar la filosofía para que haga su papel de ciencia formadora para diálogos inter e intra personales, reconociendo que es una herramienta natural del ser humano.
Jesús me llevó a la reflexión como ingeniero que soy, que cuando quiero analizar un sistema mecánico necesito de un sistema eléctrico, ustedes dirán, son opuestos, que tiene que ver uno con otro, pero en sistemas analógicos, un sistema tan complejo como el mecánico lo podemos desarrollar y ver cómo funcionará a través de un sistema eléctrico, los dos de disciplinas opuestas, pero al analizar uno con el otro nos acercan a la verdad. Tú mismo lo puedes comprobar esto con cualquier ciencia, incluso sucede entre algunas tradiciones espirituales opuestas en su apariencia externa.
Oportunidades para comprobar en este libro:
  • Está escrito en forma clara y concisa.
  • Que si hay una esperanza de retomar el camino para que nuestros alumnos y nuestros hijos y nietos se identifiquen como seres humanos.
  • Que hay formas de que el alumno ´´se acepte como persona´´ y termine de una vez por todas con la época de reducirse y reducir al ser humano refiriéndose a él como un animal (que por cierto debería iniciar escribiendo su nombre con B de burro y no con G de gùey ... digo de gato) pero que ahora es lo cotidiano en su lenguaje y no se dan cuenta que despersonaliza al ser humano.
  • Es necesario retomar la jerarquía de valores buscando que la VIDA ocupe nuevamente el primer lugar.
  • Que como docentes debemos reflexionar los siguientes puntos:
1. ¿Estamos considerando al alumno como sujeto o como persona?
2. ¿Estamos educando para hacer resurgir en ellos la persona como ser de virtudes y valores?
3. ¿Estamos llevando a que por ellos mismos busquen y encuentren las razones para vivir?
Por todo esto, a todos ustedes les digo es un gran libro, ¡ANIMO!, realmente vale la pena leerlo.
A ti Jesús María, en nombre de mi esposa y mío te damos las gracias por ser tú un facilitador más del conocimiento que tanto necesitamos.
Gracias.
Alfonso y Yasmin
Profesores valores y ética profesional.


La cultura entre la psicología y la filosofía

Publicado en diario Frontera, lunes 15 de diciembre de 2008, Tijuana, p. 31A
Por: Jesús M. Herrera A.

En lo que sigue trataré de decir algo de los retos que tiene la psicología como ciencia, es muy sensato que por lo menos en el ámbito académico se abra la discusión y reflexión en torno a la búsqueda de una identidad de la Psicología como ciencia. Aquí intento hacer ver la pertinencia de la filosofía, más concretamente la ética, ya sensible por el bien común, en la búsqueda de la identidad propia de la psicología.

Cualquier ciencia está orientada de alguna manera por su momento filosófico. Entonces la psicología no sólo no es la excepción de lo anterior, sino que la filosofía es fundamental en la identidad científica de la psicología actual, puesto que la psicología es hija de la filosofía (tal vez hasta pueda ser su primogénita). Aquí una de mis hipótesis es que aun cuando en la modernidad se dio la distinción entre psicología racional o metafísica y psicología experimental, lo que resulta de psicología es, en mucho, la aplicación de lo que pueda haber de antropología filosófica.

Al inicio de la tradición occidental de la filosofía no hubo distinción entre filosofía y psicología. La distinción comenzó con la modernidad; aparece la figura de Descartes, y emerge algo que pareciera un mal necesario: la fragmentación como disposición teórica de lo que hoy presumimos como especialización de las ciencias, con sus consecuencias positivas y negativas, tanto de la fragmentación como de lo que es ésta (la fragmentación) pero ya vista como especialización.

Entonces, desde Descartes hasta poco antes de Bergson se fue tejiendo toda la base teórica que posibilitara el hecho de la consecución de elementos que tecnificaran e hicieran posible la clínica de la psicología, la psicología en las empresas y la psicología escolar. Sólo que en este periodo, hay que decir, la eticidad fue algo marginada del quehacer científico.

La psicología está omnímodamente en los quehaceres del siglo XX, y creo que el contexto lo presenta muy bien Freud en lo que para él significa la neurosis colectiva, nadie se salva de esta pandemia, y es esta pandemia la que alimenta esta omnipresencia de la psicología. Fue una neurosis ineludible, efecto de las guerras mundiales, ahora ya las cosas van más allá de aquel contexto, porque el ser humano sufre o de paranoia o de esquizofrenia, y lo único que lo salva es la depresión, por eso quien no está “en la depre” pareciera que no es de este mundo; se toman a los analgésicos por antibióticos, el ser humano se ha conformado con estar sedado, prefiere inmunizarse al dolor; por ejemplo ciertos adeptos de algunas sectas religiosas están seguros de las promesas del slogan que dice e implica “Pare de sufrir”, es una tendencia que no deja de tener por prima o casi hermana a la ideología que subyace al hedonismo como criterio axiológico, el cual nos hace evadir el principio de realidad, que no es otra cosa que esa tensión entre el eros y el tánatos.

Desde el lente filosófico podemos hablar de tendencias psicologistas polarizadas a un extremo: primero al de los universalismos, sin perder de vista las excepciones que tiene que haber, tenemos las que dependen del positivismo, los paradigmas están en el conductismo y el constructivismo.

Mientras que al extremo opuesto están las de los particularismos, respetando excepciones que también debe de haber, tenemos las que dependen básicamente, directa o indirectamente del existencialismo, los paradigmas comienzan en el psicoanálisis; y en los humanismos, donde hay que subrayar la gestalt; y la psicología transpersonal es otro ejemplo de la influencia del existencialismo en la psicología.

Se necesita evitar reduccionismos y relativismos que den lugar a la eticidad en el ámbito de la psicología. Evitar reduccionismos como los que provocan los cientificismos; para que no se caiga en un reduccionismo hace falta reconocer alcances y límites en los métodos científico-experimentales o métodos de las ciencias de la naturaleza como les llama Dilthey; y de igual manera, para evitar relativismos, hace falta reconocer alcances y límites de los existencialismos, o de los métodos de las ciencias del espíritu (otra vez recordando a Dilthey).

Los universalismos han matematizado tanto al ser humano que muchos desconfían del psicólogo, porque, por ejemplo dice Georges Canguilhem en “Qué es la psicología”, que a quien se le aplica un test le repugna el “verse tratado como un insecto por un hombre a quien no reconoce ninguna autoridad para decirle lo que es y lo que debe hacer”, además de observarle (este mismo autor) a la psicología: “Una filosofía sin rigor, una ética sin exigencia y una medicina sin control”.

Y el relativismo de los particularismos ha incurrido en lo que Salvador Yáñez (psicólogo en la Universidad del Valle de Atemajac –UNIVA–, de Zapopan, Jalisco) señala, a saber: la influencia de orientalismos en el ámbito de la psicología de occidente, como el budismo, la yoga, el sufismo, etc., casi siempre sincretismos demasiado baratos, porque son sugeridos por un existencialismo que desgraciadamente ha sido mejor conocido por sus expresiones sensacionalistas (y no por las más finas que éste tiene), en pos de la vida del aquí y el ahora. Entonces no hay que negar los alcances del existencialismo en la psicología y de las psicologías existencialistas, pero tampoco hay que negar los límites que estas propuestas tienen. Y mejor aún es identificar los existencialismos abiertos a la trascendencia y a la búsqueda del bien.

Carlos Díaz me sugiere, desde su cosmovisión personalista, que la introspección o psicología de oriente ha de abrirse al encuentro del otro, del prójimo, y que no lo refugie en una introversión que lo imposibilite para la solidaridad; puesto que el sujeto orientalista peca de solipsista y hermético al igual que el sujeto cartesiano de occidente. Y vaya que esta apertura al otro la requieren los extremos positivistas que en el fondo buscan un robot como ser humano, y también ayudaría a los existencialistas radicales que reniegan de la razón, o por lo menos la suspenden, y polarizan en el sentimiento toda la atención.

Y no es que uno discrimine sin más o no quiera ver cuáles son los valores de oriente, pero resulta evidente que, sobre todo en México, todo copiamos mal o todo nos llega tarde. La cultura oriental no se ha asumido metodológicamente bien, para que teóricamente sea viable, por eso es que la salida u opción es el sincretismo. Si no se ha sabido importar bien lo gringo, que es un fenómeno muy cercano a nosotros, mucho menos lo oriental, que tiene otra lógica y otra cosmovisión.

Con razón, pues, se busca una psicología capaz no tanto de influir en el individuo, sino en la cultura del individuo, de manera que al sujeto, en su individualidad, se le ayude a revisar y criticar su cultura, que además de individualista es una cultura bipolar; hay que revisar y criticar no desde la pura opinión que tanto prevalece en las mayorías, y por eso es que son susceptibles de manipularlos con cosas que van desde lo ilógico hasta lo absurdo pasando por lo efímero; yo no veo otra característica o mejor evidencia de lo que sea la buena autoestima que el poder salirse de ese mundo bipolar y de lo absurdo hasta saber usar cada vez mejor el sentido común.

Las telenovelas y los reality shows son obras de arte, en el sentido de que pueden retratar la cultura o la realidad, claro, la de las mayorías. Me parece que es precisamente la bipolaridad el motor que mueve a este tipo de espectáculos, es evidente el salto instantáneo que dan desde la euforia hasta la tristeza en cada escena, o desde la carcajada hasta el llorar; hay que enseñar, pues, a tensionar los polos, puesto que a la bipolaridad está orillándose a las mayorías toda vez que con ellos hacen negocio bailando y cantando por un sueño, dentro de un estado que evade su responsabilidad por los más necesitados.

De Santa Claus a Nicolás de Bari: hacia una mirada católica de Santa Claus

Publicado en diario Frontera, Lunes 1 de diciembre de 2008, Tijuana, p. 17A.
Por: Jesús M. Herrera A.
Ya cuando estamos muy próximos a celebrar la navidad es Santa Claus quien se adelanta a advertirlo; creo que este personaje se le adelanta a la Iglesia a que todo mundo se prepare para la navidad, o mejor es decir que la gente se prepare para las compras de la navidad; sabemos que hay que cuidar que el empeño por las compras no perviertan, o simplemente marginen de nuestra vida de fe la del Misterio de la Encarnación de Cristo.
Unos satanizan a Santa Claus (concedamos que de buena fe) porque saben que puede deformar el significado de la Navidad, en cuanto a que quita de la fiesta a los Sabios de Oriente, sabios que a la luz de la Biblia y del Magisterio, nos enseñan magníficamente la divinidad y la humanidad de Jesús; y otros ya no lo satanizan, sino que lo veneran en perspectiva secularizada (o pagana como se decía antes), lo cual actualmente implica que acrítica y hasta ingenuamente el santo del vestido rojo en el aparador realiza el milagro de hacer sentir que necesitamos algo, y lo compramos.
Entonces hay que buscar una salida intermedia, lo cual exige superar una falsa piedad de la Navidad, en donde ahora es ineludible la presencia de Santa Claus. No se mal entienda esa salida prudencial o intermedia como el no estar de alguna manera en uno de los dos lados, pues hay que saber tomar una posición.
El obispo Nicolás de Bari o Nicolás de Mira (S. IV) es quien se secularizó como el Santa Claus de los aparadores, se ha dicho que si antes se cristianizaban las fiestas paganas, hoy se paganizan las fiestas –y los personajes– cristianos, lo cual consiste en quitar lo sagrado para dejar en su lugar lo secular, por ejemplo le quitan a San Nicolás la mitra y le colocan un gorro invernal.
Y esta posición intermedia o prudencial nos la puede conseguir San Nicolás, por varias razones, como es el amor que le profesó a los niños; mas una razón que aquí quiero destacar es el hecho de que, según algunas de sus biografías, nuestro obispo también se opuso a la herejía arriana, la cual niega que Cristo sea Dios; y lo que festejamos en Navidad es el nacimiento del Niño Dios, así, en gran medida lo que implica la Natividad de Cristo es creer en Jesucristo como Dios, y este reconocimiento es siempre pertinente y oportuno, porque de ello depende la actualización de la Natividad de Jesucristo.
Ahora, frente a la ineludible presencia de Santa Claus como uno de los dioses del mundo del neoliberalismo económico, Cristo puede pasar a significar una leyenda más de tantas que tenemos en el calendario cívico, que implican asueto y fiesta en familia, es una manera de insistir, pues, en la herejía arriana, cuando Santa Claus no nos permite recordar el Nacimiento del primogénito de Dios.
Es mejor que profundicemos en el significado del Misterio de la Encarnación de Cristo mediante las virtudes de San Nicolás, pues en gran medida el conocimiento superficial y superfluo de la Natividad es lo que impide pasar de Santa Claus a Cristo, luego, entonces, Santa Claus usurpa el lugar de Jesucristo, cuando lo que sabemos de la Navidad no ha superado una perspectiva pueril y/o fantasiosa. Perdón, pero esta perspectiva pueril y/o fantasiosa de la Navidad está también en muchos que satanizan a Santa Claus.

De la educación y los valores en sentido personalista

Publicado en diario El Mexicano, Lunes 22 de septiembre de 2008, Tijuana, p. 32A.
Por: Jesús M. Herrera A.

Los siguientes pensamientos que resultan de la experiencia de mi trabajo en el ámbito de la docencia, quisiera salvaguardarlos de una perspectiva subjetivista al intentar exponer implícitamente un ideal de educación basado en algo muy amplio, como es la filosofía personalista. Y que aunque esta filosofía ya sea todo un mundo de pensadores y matizaciones, pues que queden en concreto algunos de los axiomas que esta filosofía enseña, para comenzar está el valor absoluto de la persona humana, entendida ésta como un sujeto de talentos, de aquí que, según el personalismo: “El centro de nuestro pensamiento [el pensamiento personalista] y acción es la persona humana, fin en sí misma, pero no encerrada individualistamente, sino abierta al compromiso solidario con el otro, y ordenada a la trascendencia”.

Y es que comprometido con la enseñanza de la filosofía en el ámbito de la perspectiva cristiana, propia de una institución como es el Seminario de la Arquidiócesis de Tijuana, la filosofía personalista comparte con el ser cristiano el valor del ser humano entendido como persona, de aquí que me honre el que pueda hacer llegar criterios de valoración que resultan ser compartidos por esta casa de estudios filosóficos y teológicos, de manera que se hagan llegar a una sociedad que reclama educación y valores, ahora, en estos tiempos caracterizados por la violencia.

Antes de hablar propiamente de la educación y los valores es necesario continuar con una idea más que explicite lo que venimos diciendo de la persona, en este sentido personalista. La persona había dejado de ser fin en sí misma, cuando apareció en un mundo ególatra como un ser individualista (hablamos de la egolatría y el individualismo característicos de la modernidad), de hecho el ser humano no era visto como persona, sino como sujeto (en esa modernidad a la que aludimos), sujeto entre otras cosas por su hermetismo o incapacidad de relación, y es que la capacidad de comunicación y de relación es lo que distingue a una persona de un sujeto cualquiera; uno como ser humano se despersonaliza en la medida en que se es incapaz de relación y comunicación, recordando a Freud es una incapacidad que se llama narcisismo.

Ya ahora, en un mundo posmoderno, se es hasta indiferente de lo que sea o pueda ser el ser humano como persona, por eso es que vemos a una sociedad que no le respeta límites al otro, al prójimo, y hasta lo mata o lo secuestra haciéndolo medio para obtener algo.

Una de las grandes deficiencias, y me parece que la privación más peligrosa que tiene la educación es su ignorancia de lo que es el ser humano, pues no es sólo que se le ignore como persona, a veces se le quiere ver como un sujeto de sospecha, como un cosa incapaz de convicción. Y entonces vemos que se promueve, por ejemplo, una cultura de la legalidad que redima a la anquilosada formación cívica que en unas instituciones ha estado agonizante y en otras incluso había muerto. Al no haber, pues, cultura de la persona y de sus talentos para la comunidad, estamos construyendo sin cimientos el edificio de la educación. Algo que tristemente parece que hace muchos años se ha venido haciendo en el sistema educativo mexicano.

Y definitivamente que si la educación no es para los valores, pues ésta no tiene razón de ser. El problema es que la educación ha tendido más a ser adiestramiento que propiamente educación, y todo porque hoy día estamos tan influenciados por un mundo que evade conceptos mínimos, y entonces el educador no sabe qué significa educar, como tal vez el político no sabe qué es la política; y en el terreno de los valores sucede que todas las escuelas forman en valores aunque no se tenga una convicción profunda y siempre actualizada de lo que son los valores, de hecho se forma en valores sin saber qué es lo que estos sean.

El problema de los valores es primero un asunto de índole filosófico, y en tanto que estamos en un mundo ignorante de la Filosofía, entonces se ve que cualquiera quiere ir a abordar la enseñanza de la materia (de formación en valores) en las escuelas, y esto sucede desde el preescolar hasta en los posgrados.

Educar es educir, hacer que el otro, el prójimo como alumno actualice sus potencialidades o talentos, los cuales primero existen virtualmente en la persona humana; casi siempre el psicólogo detenta la labor educativa en el ámbito escolar y familiar, cuando ignora a la persona como sujeto de intencionalidades que ha de actualizar responsablemente, siempre sensible por el bien común. Muchas veces las determinaciones o influencias psicologistas confunden la consecución de la virtud con el conductismo o el constructivismo, o la educación centrada en el que aprende, o cualquiera de las supuestas novedades que se hacen llegar a las instituciones educativas como método del proceso enseñanza-aprendizaje.

Dice Mauricio Beuchot (UNAM) en una perspectiva personalista, que la educación no se puede comprender sin la virtud, porque el medio para conseguir valores es precisamente la virtud; y la virtud exige de la valoración del ser humano entendido como persona: pues ésta es sujeto de virtualidades, y no sólo es sujeto adiestrable, es sujeto de talentos que primero están virtualmente en la persona, y la educación hace que tales talentos se actualicen. Me parece que por esa ignorancia de la educación como formación de virtudes, es por lo que en nuestra cultura ha dejado de haber ideales que emanen de una educación personalista; y es que los valores, para que sean tales, son ante todo ideales, y nos exige el personalismo que sean también comunitarios, i. e., para la promoción y la consecución de la justicia y del bien común.

Entonces antes de hablar de valores hay que recordar a Aristóteles, como experto en el tema de las virtudes, quien nos ha hecho ver que éstas nos permiten evitar el exceso o el defecto; o sea que Aristóteles ve que quien carece de educación se convierte en animal de extremos, y los extremos se tocan, por lo que encierran al sujeto en un círculo vicioso, por eso es que el vicio es el opuesto de la virtud, la virtud construye cuando nos posibilita manejar los límites, mientras que el vicio es lo que destruye al sujeto cuando éste permanece deprimido ante la realidad de los límites, como son el mal y la muerte, que a veces, sin éxito, se quisieran olvidar.

Una perspectiva personalista ve en la educación la formación del carácter, la consecución de una persona que tiene capacidad de sentido, porque es sujeto de virtudes, y se está más allá del sujeto contemporáneo que vive en la perenne baja autoestima o depresión, en una especie de eterna adolescencia. Y es que Aristóteles proponía la virtud en una cultura de extremos: unos que hacían ética desde la prohibición y otros que querían del hedonismo una forma de vida, cosa que se ve muy presente aún hoy, que se quiere muchas veces educar en valores desde la prohibición o desde la absoluta permisividad.