Publicado en diario El Mexicano, Lunes 16 de febrero de 2009, Tijuana, p. 8A.
La disciplina teológica que estudia a María, la madre de Jesucristo, es la Mariología, y es muy importante el estudio serio y sistemático de esta parte de la Teología. Sólo así podremos ir más allá de una percepción piadosa y subjetivista de María; hay que buscar, pues, la verdad teológica de que la respuesta que María le da a Dios es determinante en el acontecimiento pascual, por el que Cristo nos trae la Redención, y con el que Dios culmina su Revelación dándosenos a conocer plenamente.
Una percepción puramente piadosa de María puede ser peligrosa porque hacemos de Ella una maga, a quien le solicitamos que nos alcance un milagro; y una percepción subjetivista de María significa, por ejemplo, que cada quien interprete cualquiera de los cuatro dogmas: maternidad, virginidad, inmaculada y asunción sin preocuparse, por lo menos, de la etimología de esas palabras, de un significado mínimo de esos términos que seguido escuchamos.
Y preocupados por lo anterior podemos aprovechar la enseñanza de Juan Pablo II en su Finalidad y método de la exposición de la doctrina mariana, por poner un ejemplo de las muchas obras que nos ayudan a abordar el tema de María en la vida de fe.
De la siguiente exposición tenemos que hay cuatro temas (que podrían ser más, aquí menciono sólo cuatro que me parecen capitales) a la luz de ese texto que citamos, lo más importante es que estos tópicos son fundamentales para abordar el estudio de María en sentido teológico; y esos cuatro yo los veo como divididos en dos aspectos, puesto que los dos primeros se refieren a lo fundamental de María en la fe cristiana, mientras que los dos segundos aparecen como la parte de la Mariología que busca reivindicar la comprensión que tiene María en la vida de fe del hombre contemporáneo, se trata de una reivindicación que urge en estos tiempos que tienden mucho a relativizar y a descontextualizarlo todo, lo cual también se ve que ocurre en la persona y el puesto cristiano de María en el acontecimiento salvífico.
Entonces a continuación los cuatro elementos que exponemos, orientándonos por el indicado mensaje mariano de Juan Pablo II, presentado en su audiencia del miércoles 3 de enero de 1996:
1. Encarnación, i. e., que Cristo es Dios hecho hombre: La Virgen tiene una misión en el Misterio de la Encarnación. Puesto que si prescindimos de la Virgen María el acontecimiento por el que Dios es verdadero hombre no tiene una referencia humana de dónde partir, y es que evitando cualquier antropomorfismo exagerado o ingenuo, “el papel de María en la historia de la salvación está estrechamente unido al misterio de Cristo y de la Iglesia (…)”, de manera que en María encontramos cómo es que Dios ha caminado en la historia de la humanidad, en esto María es una referencia fundamental.
2. María es el prototipo y paradigma de persona cristiana: Hay una enseñanza y un compromiso que se desprende del testimonio de María, pues ella se ha presentado como primera cristiana, porque vemos ese sí (fiat) por el que recibe a Cristo en la totalidad de su ser. Y es que hay una “acogida y atención” que el creyente le da a Cristo, y sigue siendo María el paradigma de recepción y escucha, para iniciar el camino de la mistagogía y la opción fundamental por Cristo.
3. Hay que tener una correcta comprensión equilibrada de María: evitando que sea “maximalista” o “minimalista” la observación o atención que le pongamos a la figura de la Madre de Jesús, esta prudencia es la que nos sirve de orientación para dar una respuesta vivencial de fe cristiana desde la piedad mariana. Cualquiera de los dos extremos, uno que endiosa a María, y otro que no salvaguarde su santidad al punto de marginarla de la actividad salvadora de Dios, nos deja sin el primer testimonio de virtud cristiana que en Ella se da, y es vital para los retos que el cristiano ha de enfrentar para ser luz del mundo y sal de la tierra.
4. María es maestra de vida virtuosa y plenitud existencial: puesto que “«En la Santa Iglesia [María] ocupa el lugar más alto después de Cristo y el más cercano a nosotros»”. En María está el testimonio humano que tanto busca el hombre contemporáneo para saber manejar sus límites: los del mal y la muerte. Y es que son límites que se quieren olvidar en una cultura tan seducida por el hedonismo, y es precisamente María quien desde la fe comparte la pasión de Cristo (como cualquier madre comparte el sufrimiento y la muerte de un hijo), también hace suyos nuestros límites, mostrándose tan cercana a nosotros, sus hijos; de esta manera la mariología encuentra una dimensión eucológica y auténticamente espiritual; se trata (la mariología) de una asignatura teológica que de una manera muy original (y particular), e ineludible, exige ir más allá del ámbito especulativo para llegar al vivencial.
Concluyo reiterando que el estudio de la Mariología, en el terreno de la teología católica es de vital importancia; y en esta ocasión que estas líneas sirvan para tener una idea del porqué es que urge el acercamiento al conocimiento serio de María. Aquí, por lo pronto, ya referimos un documento muy rico para que sea revisado, es fácil obtenerlo en internet.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario