Por Jesús M. Herrera A.
Publicado en El Mexicano: TIJUANA, B C., / LUNES 23 DE AGOSTO DE 2010 / p. 25A
En la columna anterior en donde se reflexionó en torno al concepto de “materialismo intelecutal (en Juan M. Burgos)”, se terminaba aludiendo al capitalismo como otro de los escenarios que están en el origen del Personalismo Comunitario, y entonces aquí ya nos detenemos en este tema, apropósito del capitalismo.
En esta ocasión reflexionaremos en torno a cómo ha sido visto el capitalismo desde una mirada personalista, y porqué se hace necesaria una actitud personalista ante este fenómeno económico, que implica de suyo una filosofía.
Retomo, de nueva cuenta a Burgos, quien ha sido el guía en estas últimas columnas en donde doy a conocer qué sea el Personalismo Comunitario. Pues bien, este autor nos dice, refiriéndose al capitalismo, que “El inicio del siglo XX conoció también el auge del capitalismo. Este fenómeno es una realidad compleja que se venía gestando desde hacía siglos pero que explotó con la revolución industrial y el vertiginoso desarrollo científico y técnico”.
El capitalismo se dice que ahora es neoliberal: y siguiendo a Carlos de Cabo Martin, hay una definición descriptiva que me parece para esta actividad muy puntual, comenzamos con el asunto de qué significa capitalismo: “Si se entiende que el capitalismo se caracteriza por: 1) la separación del trabajador de los medios de producción, a diferencia de la “vinculación” que tenía en el esclavismo o feudalismo de manera que ahora queda “libre” para vender su fuerza de trabajo; 2) la aparición de una clase de propietarios capaces de comprar esa fuerza de trabajo para revalorizar su propiedad, y 3) la existencia de un mercado en el que se relacionen propietarios y trabajadores y a través del cual, de sus pautas y reglas de funcionamiento, se produce la obtención de la plusvalía, es decir, por mecanismos estrictamente económicos (formalizados jurídicamente a través de bases contractuales), cabe afirmar este proceso se había consumado y las relaciones de producción así configuradas, es decir, las relaciones de producción capitalistas eran ya determinantes cuando aparecieron las repúblicas”.
Antes del capitalismo neoliberal, había un capitalismo liberal; lo importante es lo que en el fondo subyace para seguir hablando de liberalismo en cualquiera de los modos del capitalismo: lo substancial de este liberalismo es que habrá total liberad de producción, luego más bien lo de liberal será la total libertad de gobierno del mercado, de manera que todo gobierno se subordina a los intereses del mercado, precisamente en orden a liberalizar de toda atadura política el mercado; pues que esto es el ideal del rezo de la tan conocida frase, laissez passer (que se ha traducido como “dejar hacer, dejar pasar”; y se supone que la acuña Jean-Claude Marie Vicent de Gournay).
Con estos datos, se hace necesario el detenerse en otro elemento que forzosamente ha quedado implícito en lo anterior, y nos referimos al concepto de liberalismo político: Se trata de la libertad proclamada desde las revoluciones francesa y norteamericana: ya pensada desde la Ilustración y compendiada en La Enciclopedia, en donde se da la resistencia absoluta a cualquier tipo de absolutismos, los cuales se denominarán como de clericalismos: no sólo será clérigo el de la Iglesia, sino también el político que pretenda un Estado Absoluto, hay, pues, clero político.
Por cierto, estas revoluciones, en México, se han parodiado con la Revolución de Independencia, a la cual en estos días le estamos celebrando sus doscientos años.
Entonces hablar de liberalismo político es referirse a la búsqueda de una vida social absolutamente libre, la siguiente cita de Juan Perán parece ilustradora, y más porque relaciona política y economía en la sociedad liberal, según el autor está esclareciendo qué deba ser, hoy, el auténtico liberalismo político: “No necesito que el Estado me diga qué tengo que pensar en asignaturas como Educación para la Ciudadanía con contenidos que no son más que adoctrinamiento que, atentando contra mi libertad personal, no hacen sino incidir una y otra vez en qué debo creer y cómo debo actuar. En definitiva, qué debo pensar con una finalidad clara: preservar el interés del poder en perpetuarse. Lo que quiero como ciudadano amante de la Libertad es que el Estado me provea de las condiciones económicas y de educación apropiadas y suficientes para que mis hijos aprendan a pensar sobre una base de Libertad”.
Regresando con Burgos, para ir ya dando la mirada personalista ante este asunto, resulta que “El capitalismo industrial, de todos modos, creaba riqueza. Y esa riqueza dio lugar a la formación de una amplia clase burguesa celosa de sus privilegios. Esta clase social abogaba por las libertades individuales y por la propiedad privada, y era partidaria de que el Estado no interviniese en los asuntos económicos, puesto que se consideraba que el sistema económico se ajustaba por sí solo. Esto era cierto en alguna manera pero [y aquí la observación personalista] se producía a costa del más débil, que no podía competir en esa dura lucha por la conquista del poder”.
Se trata de seguir aplicando la ley del más fuerte, y seguimos viendo ideologías sobre todo de tipo psicologistas –como la Programación neurolingüística–, que justifican un solo modo de vivir, precisamente individualista, con un solo objetivo en la mira, de mercadeo o ventas.
La vida mercantil, ejecutiva y de negocios, se coloca como paradigma de vida, como La Vida; de tal manera que entre más nos acerquemos al modelo se hace más cierta la existencia; hay más certidumbre por lograr la realización personal, y conforme se va avanzando en la educación académica, pues entonces el sujeto se va configurando más, en su mentalidad y actitudes, a la proyección de esa vida neoliberal.
Más, por otro lado, se sistematiza un modelo de profesor que tenga también el carácter de un ejecutivo de ventas, para saber darle al cliente lo que pida, incluso esto implica que ya no se tiene frente a nosotros a un alumno, una persona en formación, sino a un cliente.
El psicologismo contemporáneo, y he puesto como caso concreto el de la Programación neurolingüística, supone que lo que quieras, aunque no te guste, lo puedes lograr de manera exitosa. Esta ideología es incierta en tanto que niega los talentos de la persona, que, apasionadamente se disponen en la sociedad, pero desde esa intuición que da el gusto natural por hacer algo, lo cual no sólo se traduce en gusto por el trabajo que se realiza, sino, sobre todo, en ser responsables por lo que se hace, pues es que el bien común ha de orientar al bien individual.
Lo anterior es, pues, una actitud personalista ante los retos económicos y laborales que tenemos en México, ya que esto, siguiendo a Burgos, significa el atender a “las personas concretas”, las cuales, dice él atinadamente, que el capitalismo ha olvidado, como hemos dicho, que para el capitalismo no importan las personas en su individualidad y circunstancias, sino el mercado y la libertad del mismo; y entonces urge la preocupación por la persona: de aquí la pertinencia del personalismo ante una educación para nuestro mundo neoliberalmente global.
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