Por Jesús M. Herrera Aguilar
Estimado LISANDRO Prieto Femenía, atiendo al planteamiento que por acá nos expones, donde en resumen preguntas por lo que sea para Beuchot una ontología hermenéutico analógica, precisamente en el contexto de la resistencia a la metafísica.
El asunto es amplísimo; espero tocar los tópicos más básicos de la consecución de una nueva ontología o metafísica desde la hermenéutica analógica.
Beuchot no distingue entre ontología y metafísica, pues ya esa indistinción es algo analógico, la distinción supone una escisión entre dos bloques antagónicos, ya que unos abrogan una metafísica y se abren a la posibilidad de una ontología, como Vattimo que le llama débil a su ontología en tanto que renuncie a una metafísica; más, al margen del cultivo heideggeriano de la ontología, y hay quienes como, o en seguimiento de Levinas, que proponen una metafísica.
Así abordaría, pues, el contexto Beuchot, aprovechando los dos caminos más representativos que está tomando el asunto, de manera que Beuchot no observa una resistencia absurda a la metafísica, sino más bien observa y asegura que se está trabajando en la consecución de una nueva ontología, “hermeneutizada”, dice él [BEUCHOT Mauricio, “En el camino de la hermenéutica analógica”, San Esteban, Salamanca (España) 2005, p. 129], en el sentido de que no tendrá las pretensiones univocistas, i. e., violentas, monolíticas, instrumentalistas, egológicas, etc…, de la metafísica moderna, o que, a mi ver, convirtieron en lecturas unívoas a los clásicos antiguos y medievales, de manera que se hace válida la resistencia que muchos hacemos de una y otra forma, por ejemplo, cuando se quiere ver a Aristóteles como el primer conductista sin mas. En esta búsqueda que es ya una empresa, se quiere inscribir una hermenéutica analógica.
Dice Beuchot que “Heidegger, Derrida y Lévinas claman contra la metafísica de la presencia y de la representación, y piden una metafísica de la ausencia; pero esto se muestra demasiado disolvente, en contraposición con el rigorismo anterior; resulta mejor una metafísica de la pre-ausencia, o de la post-presencia o des-presencia; el Ser no está presente del todo, en cierta medida está ausente, incluso mayoritariamente. Sin embargo, tampoco está ausente del todo. Así, es una metafísica del umbral.” [Ibid, p. 130]. Se trata del respeto al poco acercamiento que se pueda tener al ser, y de no sentirse dueño del ser porque nos vayamos con la inercia del pretencioso conocimiento ponderable y cuantitativo, instrumental y positivista que a su modo, da cuenta del ser.
Algo se dice, pero mucho se calla del ser, tanto desde un flanco como del otro; Beuchot intenta aprovechar y no seguir escindiendo el callar y el decir que advertía Wittgenstein, más bien apuesta a que se puede decir callando, más hay que dar el paso a un suficiente decir (en casi todas sus obras habla de un decir y/o conocer pobre pero suficiente), como para que no haya que conformarnos con un agnosticismo epistémico que, probado está, no se sostuvo, pues no llegó a dar sentido: por insistir en que lo ideal era lo real, con lo que se entificaba la realidad y se logificaba a la inteligencia (son precisiones que me gustan de Zubiri pero les encuentro eco o analogía con la empresa de Beuchot); en hermenéutica analógica sospechamos moderadamente del conocer en orden a tener cuidado con el ser o la realidad (que no quisiéramos escindir).
Beuchot ve, como un referente obligado que es en el cultivo del medioevo, que la hermenéutica [analógica] es virtualmente metafísica, que le puede dar fundamento a la ontología más que seguir viéndola (tradicionalistamente a la hermenéutica) como enemiga de la ontología o metafísica[BEUCHOT M., “Perfiles esenciales de la hermenéutica”, México, FCE/UNAM: 2008, pp. 75ss]. Varias son las razones que lo posibilitan, aquí menciono que se trata simplemente de no caer en el juego por el juego de la interpretación, metaforizando metáforas como sugieren algunos, o negando que las interpretaciones no tienen un hecho que las originó, pues siempre hay un contexto, i.e., un hecho; así el interpretar es un interpretar algo, el interpretar nos reconduce al ser, pero de manera analógica, precisamente porque se accede desde la hermenéutica, ya ello mitiga, y mucho, el acceso unívoco que efectivamente se llegó a hacer, pero lo analógico cuida de no caer en una hermenéutica lúdica que niegue el ser.
Finalmente, me gustaría mencionar algunas ideas que ya veo más propias de Beuchot, más personales, en el sentido de que nos deja ver qué lo asiste como un hermeneuta en busca de una ontología en la historia de las ideas para una posmodernidad que tiene pisando el trance de un siglo a otro; lo que sigue es ya su síntesis, pues que queda supuesto su marco teórico y su metodología que tanto le caracteriza, para hacerse presente él, jugándosela, pues, como filósofo en un ambiente posmoderno antimetafísico; es una posmodernidad sospechosa (y con razón) de cualquier intento metafísico, aunque llega a serlo radicalmente (lo cual puede ser muy equívoco):
Beuchot en su búsqueda metafísica u ontológica sigue a los peripatéticos y a Aristóteles “y [aclara] no tanto el que le dio Andrónico, inventor casual del término” [En lo que sigue estaré recogiendo ideas de BEUCHOT M., “Microcosmos. El hombre como compendio del ser”, Coahuila, Universidad Autónoma de Coahuila/Siglo XXI (Escritores Coahuilenses, Segunda serie): 2009, pp. 139ss.], para recordarnos sin prejuicios univocistas que la metafísica quiere él que sea sabiduría del ente, y con el fin de que esta expresión aristotélica no sea “fantasmagoría inexistente”, sobre todo hoy, hace intervenir el “Fausto” de Goethe, cuando allí se dice que con una actitud metafísica se abarca “con espíritu profundo lo que no se adapta al cerebro humano”.
Beuchot asegura en la obra que comentamos, que hay un “instinto metafísico” en la persona, precisamente porque ella es un “microcosmos”, lo cual puede decir asistiéndose de la sabiduría medieval y antigua que tanto lo caracteriza y sabe actualizar, precisamente, en su labor como hermeneuta. De aquí que Beuchot busque el cuidado posmoderno de la otra ontología que se está buscando, y en ello le apuesta a la analogía para arrostrar y ganar el reto. Y es que Beuchot insiste de diversas maneras que el seguir en el camino de un nihilismo pasivo engendra una metafísica que le niega las expectativas al “instinto metafísico” de conseguirse un encuentro con lo metafísico, o peor también una regresión a la metafísica que con justa razón se rechaza, también la metafísica modernista niega el encuentro con el ser, con lo metafísico.
Lisandro, pues mucho más hay que decir, mejor sigamos en el diálogo para ver por dónde continuar… un saludo y gracias por tu intervención acá, en este espacio analógico.
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