Publicado en Diario El Mexicano: TIJUANA, B.C. / LUNES 16 DE NOVIEMBRE DE 2009 / 25A
Por Jesús M. Herrera A.
¿En qué mundo queremos construir, o estamos construyendo nuestra familia? ¿Se hace importante la filosofía en lo que implica la vida del hogar en familia? Intentaré dar respuesta a estas dos preguntas, que tendrán por objetivo el hacer algo de filosofía para la familia, espero que la reflexión toque lo más fundamental, lo cual haré desde una perspectiva personalista, que es la filosofía que más me ayuda en esta empresa.
Permítaseme un paréntesis, ya que uno de los objetivos es hacer llegar una lección de filosofía en esta oportunidad que amablemente El Mexicano me ofrece; entonces, estimado lector, usted puede tener a su alcance por medio de Internet bastante información en lenguaje accesible a propósito de lo que es el personalismo comunitario, filosofía a la que aludo en mis columnas, incluso en algunas de manera muy explícita, como en este caso.
Y la promoción que hago del personalismo resulta porque se trata de una filosofía que se construye a partir de la persona (cosa que no toda filosofía quiere o puede hacer), con el fin de conducir siempre al respeto absoluto de ella. Viéndola siempre como un ser de interdependencia, ni dependiente y ni independiente para ser feliz, de lo cual resulta la convicción de ser no sólo personalismo, sino, también, comunitario, pues se trata de una interdependencia que conduce al respeto y la promoción, además de la dignidad humana, del bien común.
Las preguntas con las que inicio este artículo van en el sentido de justificar elementos filosóficos que ayuden a responder en qué mundo estamos, con lo cual iremos encontrando cartas con qué hacer en nuestro hogar una escuela de crítica, que tanta falta hace toda vez que la educación académica lejos de tener un carácter personalista, más bien se ha encasillado en ser instituciones que capacitan para el trabajo, y si logran eso, pues ya es ganancia.
Yo veo que los elementos para conocer el mundo en el que se vive, van desde los de carácter religioso y psicológico a los sociológicos o políticos, pasando por los de los comunicólogos, todos ellos no dejan de orientar mucho, y hace falta también echar mano de los recursos que la filosofía nos ofrece, ello nos ayudará a mejorar los que hemos mencionado.
Entonces, en México, es urgente el hacer ver la necesidad de que los padres de familia abramos los espacios para el cultivo de la filosofía, entendida esta ciencia como la que logrará darle contenido a un psicologismo que, por un afán muy comercial, a veces impone la ideología de las recetas para ir resolviendo los problemas diarios del hogar, sobre todo los que tienen que ver con la educación de los hijos.
Y no se trata de hacer crítica en el sentido de hablar sin proponer, al contrario, me parece que, aun en un mundo relativista, donde pareciera que todas las opiniones valen, no deja alguien de distinguirse por saber dar razón y expresar bien lo que son sus ideales, y es precisamente la filosofía quien mejor ayuda a ello, pues aquí hablar de ideales es hablar de valores morales, lo cual es antes que nada un asunto filosófico.
Muchas veces los valores que le queremos conseguir a los hijos los queremos hacer llegar vía la religión, lo cual no había estado mal, hasta que la formación religiosa comenzó a perder de vista que su primer cometido es el de humanizar; la religión hacía llegar principios muy humanos, como en su momento fue el enseñar (a través de la religión) una sabiduría clásica que se encontraba en las virtudes que los viejos llamaron cardinales, cosa que hoy apenas quiere volver a recuperarse en su sentido auténtico.
El religioso hace trascender su educación cuando tiene cuidado de los supuestos humanos que implican su credo, y si estos valores humanos se marginan de la religión, es muy probable que se incurra en moralismos: se tenderá mucho a condenar violentamente, sin comprender primero qué sucede, lo cual implica abandonar el diálogo con el que piensa diferente, y entonces la religión aparece a los ojos de ese mundo diferente a mí no como una oportunidad para la reflexión y retroalimentación, sino como un instrumento de dominio, casado con el sistema de poder.
Por esto es que la filosofía es una ciencia que nos ayuda a saber dialogar, más allá de las teorías de las Ciencias de la comunicación, pues las más tradicionales de ellas, se limitan a ver la comunicación como un proceso con fines de mercadeo. Más, tenemos por ejemplo a un Paulo Freire, que precisamente por su capacidad filósofica, es que no tiene una perspectiva conductista o mecánica de lo que auténticamente es la comunicación humana.
Se pueden contar a muchos que aun no siendo religiosos le tienen respeto intelectual a un Tomás de Aquino, o a un San Agustín o San Anselmo (clásicos de la filosofía cristiana medieval), y al revés, hay muchos pensadores religiosos que precisamente por su agudeza intelectual, saben reconocer una profunda enseñanza en aquellos que no son religiosos, pero sin perspicacia filosófica este diálogo no se puede dar.
La filosofía quiere ser una ciencia que ayuda a ver desde el mejor ángulo, y busca hacer dialogar diferentes perspectivas, o puntos de vista, sobre todo los puntos de vista antagónicos, lo cual hoy día se hace urgente porque vivimos en un mundo en el que nos inmoviliza la guerra y saturación de información, de manera que unos se sobreinforman y otros prefieren vivir en la desinformación, lo cual hace que tanto los primeros como los segundos no sean capaces de tomar decisiones.
El mundo en el que vivimos es definido en la filosofía (y otras ciencias) como posmoderno, o tardomoderno; es un mundo caracterizado por la confusión, no se sabe si no hay valores o son otros los valores de la cultura posmoderna o tardomoderna en la que estamos inmersos.
Una opción es atender a esta cultura haciendo de la familia un refugio para escaparse del mundo toda vez que se le condena; otra opción sería posmodernizar la familia, o como bien se ha escuchado por allí, hacer una familia light, en donde se acude al hogar sólo a dormir y a tomar una ducha, y algunas veces también para comer. Así las cosas todo y nada es familia, ésta deja de ser el núcleo de la sociedad. La familia pierde su sentido social porque en el seno de ella no se ha aprendido a socializar, a ser interdependientes.
Adentrémonos poquito más en el recurso filosófico. Uno de los elementos que caracterizan básicamente a la posmodernidad, es que ésta es una cultura decepcionada de la razón, y razón en gran medida significa ciencia, porque la razón por medio de la ciencia nos había prometido un paraíso, y lejos de haber cumplido la promesa, lo que nos trajo fueron guerras y genocidios (los filósofos piensan en las guerras mundiales con las que se inicia el Siglo XX).
Así es que la familia se ha querido ver, por muchos posmodernos, como producto de ese orden que viene de la razón moderna; como se ve, es todo un océano de elementos por conocer y comprender para saber defender a la familia, y en esta empresa el no echar mano de la filosofía, nos dejará muchos huecos, que menguarán nuestro trabajo por educar para este mundo.
Marginar a la filosofía es lo mismo que desconocer el mundo en el que vivimos, y he visto que luego la educación en valores, tanto en la casa como en la escuela, se enseña anacrónicamente, como si se viviera en la década de los cuarentas. De aquí mi invitación a aprovechar la enseñanza que nos ofrece la filosofía.
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