miércoles, 27 de enero de 2010

SPE SALVI: Aplicación a la realidad



POR: Martín Mata

El caminar actual del hombre lo ha llevado por caminos inhóspitos que el mismo cree dominar pero que la mayoría de las veces se le salen de las manos, ahora las decisiones que éste toma ya no son personales, cada vez más tienen un impacto global. El mundo gracias a la ciencia y a la tecnología está totalmente conectado, ya no es difícil comunicarte con tu familia que vive lejos, ya no es difícil el poder verlos y escucharlos en tiempo real y aún más impactante, ya no es difícil conocer a personas de otros países sin salir de la comodidad de tu hogar. Un simple alzar de bocina, un simple clic en tu computadora te abre un mundo gigante de posibilidades infinitas. A raíz de esto menciona el documento de Aparecida: la historia se ha acelerado y los cambios mismos se vuelven vertiginosos, puesto que se comunican con gran velocidad a todos los rincones del planeta[1]. Podemos decir que estamos viviendo una experiencia humana sin precedentes con impactos económicos, sociales, culturales, políticos, científicos y religiosos de magnitudes inimaginables, algunas veces encausados al bien común y otras veces (muchas de las veces), para tomar ventaja de donde se pueda.

Vivimos pues una realidad muy compleja y hasta podría decirse opaca, donde la Verdad se ha perdido la lucha con un nuevo concepto propio de la postmodernidad: las verdades relativas o como diría Nietzsche: ya no hay hechos solo interpretaciones. Es por esto que el hombre de hoy ha perdido el sentido verdadero de las cosas o de la misma vida, buscándolo en lugares donde jamás lo encontrará. El peor error que ha cometido el hombre es pretender que se basta a sí mismo y que es autosuficiente e independiente en su obrar; esta actitud simplemente no es aceptable, el hombre es un ser social por naturaleza necesita de los demás, esto gracias al relativismo que nos ha dejado la postmodernidad.

Tomando el ejemplo de nuestros hermanos en desgracia en Haití y no solamente de ellos, sino de todos los que en estos momentos pasan por situaciones tormentosas, se me hace repulsivo de sobremanera el hecho de que solo los recordemos cuando se presenta alguna catástrofe ¿a caso necesitamos de desastres para que se despierte la solidaridad? Las ayudas a los países subdesarrollados y más cuando vienen de países económicamente estables, son simplemente herramientas para esconder el gran problema de fondo. El mundo cada vez más se está haciendo una aldea global donde mediante conexiones mercantiles se busca el beneficio de todos, pero la realidad es otra, gracias a este 'innovador' sistema económico los más pobres quedan aún más pobres y los más ricos lo son aún más. Ciertamente la miseria de un país, en este caso Haití, no es culpa totalmente de este sistema económico, pero en gran medida ha llevado a frenar el progreso en naciones subdesarrolladas donde la desesperación reina y el único camino para salir adelante ya no como sociedad sino como individuos es tomar ventaja de donde se pueda. Con este tipo de catástrofes siempre surge el 'espíritu generoso' de la humanidad, pero también es el momento perfecto para destapar las grandes alcantarillas de corrupción.

Vuelvo con la misma pregunta, ¿a caso es necesaria una catástrofe para percibir las necesidades del otro? En esta sociedad relativista donde cada quien piensa lo que quiere y puede jactarse de que esta en lo cierto sin temor al qué dirán, el hombre debe de encontrar su verdadero sentido, ese sentido se lo da la esperanza vista como don. Dios nos viene a decir que a pesar de todo siempre estará con nosotros hasta el final de los tiempos[2], a pesar de las grandes catástrofes, del abandono, del propio beneficio, a pesar de todo. Es necesaria pues una esperanza que nos transporte a la gracia, es necesaria una esperanza que pueda cambiar a la sociedad desde dentro y transforme también nuestras vidas librándola de todos los vicios de la sociedad actual y dándole un sentido totalmente nuevo a nuestras vivencias, un sentido con Dios que nos lleve al prójimo y nos invite a sanar su sufrimiento. Recordemos las palabras que dice la encíclica: el encuentro con el Señor de todos los señores es el encuentro con la esperanza perfecta[3].

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The Filos!!!: La Filosofía hecha Blog.



[1] Aparecida 34, En su versión digital tomado de www.diocesisancristobal.com.mx/DOCAP.htm

[2] Cf. Mt. 28,20

[3] Cf. Spe Salvi 4

4 comentarios:

Jesús dijo...

Bien Martín, sabes que desgraciadamente las catástrofes se presentan como esas situaciones límite en donde o nace la solidaridad o allí nos quedamos, y también es una oportunidad para darnos cuenta que sí es posible trabajar por le bien común, que esto último es el sentido positivo de estas experiencias trágicas del mundo y del hombre.

Martín dijo...

Si pero me encantaría ver lo que pasa después de la catástrofe, Haiti seguira siendo pobre, habrá gente sin esperanza aún... esas ayudas no deberían ser simplemente la conmoción ante un pueblo devastado, sino la conmoción ante el HERMANO que siempre necesitará de nosotros...

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Bueno Jesús, toca usted muchos temas aunque están entrelazados unos con otros.
Sí,el hombre está más informado y comunicado que nunca, no obstante, esa misma comunicación se ha tornado solitaria, cada vez se habla menos porque se está ocupado escuchando música con los auriculares que aislan del entorno.Una parete de los jónenes de nuestro país tienen un nivel muy deficiente de cultura, se expresan con pocas palabras y no muy educadas, es lo que hay,y hay mucho de bueno, pero eso no se nota como usted bien ya sabe.
En asunto de Haití...bien, aquí entra la política y el abuso de los poderosos, pero al menos, demos gracias a Dios que aunque sean con las catástrofes, los hombres nos volvemos más humanos y vulnerables ante la desgracia tan desgarradora del prójimo. El hombre estimado Jesús , aún no ha logrado la madurez, aunque sea hombre con canas, mientras no se encuentre con Dios.
Me ha gustado su exposición. Gracias
Un abrazo fraterno
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P

Jesús dijo...

Sor Cecilia, dice Mauricio Beuchot, de la Orden de Predicadores, que estas situaciones límites son las que le hacen pensar de manera fragmentaria que es posible la solidaridad; y como bien usted dice, al hombre le hace falta madurar.
Y en cuanto al uso de la tecnología, es importante el superar que haya tantos medios de comunicació, como nunca los hay, y el ser humano aún no aprende a comunicarse.