miércoles, 16 de junio de 2021

 UNIVERSIDAD NACIONALISTA MÉXICO 

Escuela de Filosofía 

Nacionalismo y participación política. Una reflexión desde la hermenéutica analógica. 

Por Jesús M. Herrera A. 

 

Entiendo el nacionalismo como un valor de orden cívico, si es un valor es un motor que nos impulsa, que nos mueve a la acción, y si es cívico es porque la acción está intencionada o dirigida a la civilidad, al cuidado y la construcción del bien común. 

La persona, por definición, es alguien que está en relación ética, intencionado hacia la comunidad; mientras que los objetos están juntos y los animales hacen manada, nosotros, los seres humanos, por nuestro carácter personal necesitamos de la comunidad, nacemos en comunidad y no podemos desarrollarnos íntegramente al margen de la comunidad. 

Por lo anterior es que la sociedad y las instituciones sólo tienen sentido cuando formalizan y cuidan a la comunidad, porque hay un aspecto de la comunidad que tocan, es lo que me parece que fundamenta la responsabilidad social de toda empresa. 

La nación es la comunidad más grande a la que se pertenece, fuera de ella somos extraños, somos extranjeros, y aun así, en el extranjero seguimos haciendo comunidad, y lo hacemos dejando nuestra impronta nacionalista, representando a nuestra nación. 

De los símbolos nacionales, el más elocuente y que toda nación comparte, es la bandera.  Etimológicamente bandera se refiere a bando, i. e., que nuestra bandera significa nuestra pertenencia al bando mexicano. 

Son símbolos porque solidarizan, no sólo identifican, también proyectan la solidez que hay y que una nación requiere, los símbolos patrios tienen una función estética porque nos permiten trascender el simple concepto e inciden en lo emocional, dirigen las emociones. 

Lo opuesto al término símbolo es diábolo, i. e., desunir, disgregar, separar; y la historia nos da cuenta de que se han traicionado los símbolos patrios toda vez que, más bien, ejercen una función dia-bólica, promoviendo antivalores.  El valor tiene una función icónica, simbólica, mientras que el antivalor ejerce una función diabólica, idólica; el ídolo confunde y manipula, el icono distingue y orienta.  Se han usado banderas para excluir y segregar hasta matar, y el sentido simbólico icónico de la bandera y de los emblemas nacionales, son para la solidaridad, base ética de la comunidad1. 

Nadie ama lo que no conoce.  El nacionalismo es el amor por la patria, un amor que emerge del conocimiento de la propia nación, en el caso de México la identidad se ha construido desde lo dado: desde dos cosmovisiones que se sintetizarán en una nueva, en una cosmovisión mestizason dos cosmovisiones que pasarán por un proceso de encuentros y desencuentros, las bases de todo este planteamiento están contenidas en la Filosofía novohispana2, es a ella a la que acudimos para conocer de la identidad mexicana, que ha tenido a la solidaridad como uno de sus más altos valores. 

Y una de las labores que le debemos al trabajo de los filósofos novohispanos, es la de demostrarnos el esfuerzo heroico por descubrir el modo de pensar precolombino, y particularmente la eticidad de los nativos; en este orden de ideas, Don Carlos de Sigüenza y Góngora es referencia obligada, porque en la moral de los precolombinos encuentra un correlato con la ética clásica de virtudes, hace ver que hay analogía, y lo hace de modo correcto porque no homogeniza, más bien distingue (pues lo propio de la analogía, por definición, es distinguir).  Esta es la clave de lectura para poder comprender la célebre obra Teatro de virtudes políticas que constituyen a un príncipe3. 

Miguel León Portilla en el S. XX y todavía en los inicios del S. XXI, en gran medida, continúa la labor que en el S. XVII había comenzado Don Carlos de Sigüenza y Góngora, esto se demuestra en una de sus obras capitales que se titula La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes4ahí León Portilla refiere a Sigüenza, para seguir profundizando en materia de Ética y Derecho en el mundo náhuatl, extraigo a continuación las siguientes líneas de la obra mencionada de León Portilla, con las cuales, refiriendo a Sigüenza, está concluyendo de un modo descriptivo los alcances de la Ética y el Derecho precolombino: 

Tan rígida forma de administrar justicia entre los nahuas muestra una vez más que la enseñanza y los principios jurídicos recibidos en el Calmécac formaban, como dice Sahagún, “jueces prudentes y sabios”.  Mas no sólo en la aplicación práctica de las leyes evidenciaban los nahuas un “rostro sabio y un corazón firme”, sino también en lo que es igualmente importante: en la creación misma de sus leyes u ordenamiento jurídico. Es cierto que, al igual que en la gran mayoría de los pueblos antiguos, el derecho náhuatl tuvo su principal origen en la costumbre. Mas tenemos también noticia cierta de conjuntos de leyes particulares formuladas por algunos reyes o señores como Nezahualcóyotl, de quien Ixtlilxóchitl nos conserva sus célebres ordenanzas5. 

De modo que de nuestro pasado precolombino también hay pensamiento ético y solidario.  Hay una consciencia formada en lo relativo al Derecho para que éste sea justo y no simplemente restrictivo. 

Son muchos los momentos y testimonios que la Filosofía Novohispana nos deja ver al respecto de la fraternidad y la solidaridad, las cuales se iban logrando a partir de la crítica y la denuncia hacia las injusticias, esta posición crítica que denunciaba la injusticia se dio prontoel primero que hay que referir es a quien se ha tenido como campeón de la defensa de los indiosel dominico Bartolomé de las Casas, quien hace su denuncia en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias6. 

La Filosofía novohispana contiene un auténtico humanismo, el cual fue construyendo una nación; en este tiempo, en La Nueva España, todo el quehacer humanístico y científico tenía una proyección ético social, es en Vasco de Quiroga con sus hospitales pueblos donde esta proyección solidaria se materializó desde el S. XVI. 

Lo que posibilitaba esa proyección solidaria de los educadores novohispanos fue una mirada analógica del otro, esa mirada es la que permite comprender al otro como prójimo, y respetarlo en su contexto, y comprender por analogía el contexto del otro analogando el contexto de uno mismo; la analogía tiene una materialización ética, y en lo relativo a la Filosofía Novohispana, en esta oportunidad, estoy haciendo un resumen para dejar ver algo de la obra que Mauricio Beuchot nos ofrece en cuanto a una Filosofía Novohispana, que condujo a la crítica, a la defensa y luego a la construcción de empresas de toda índole, y, por supuesto al surgimiento de instituciones educativas, tanto para el ámbito intelectual como para el técnico. 

Entonces, en materia de Filosofía Novohispananuestro filósofo mexicano, ahora emérito de la UNAM, la desarrolla como una filosofíaque si puede luchar en contra de la injusticia, es por su carácter analógico: 

La doctrina de la analogía es antigua. Viene de los presocráticos y es sistematizada por Aristóteles.  Recorre la Edad Media y fue recogida por autores como Santo Tomás y Eckhart.  Encontró un gran sistematizador en Tomás de Vío, el cardenal Cayetano, renacentista, el cual era general de los dominicos en el momento del descubrimiento y la conquista.  Esto resulta muy significativo, porque Cayetano, siendo general de la orden, recibió al misionero dominico Bernardino de Minaya, que le traía noticias de América, y se puso del lado de los indígenas diciéndole que su rey (Fernando el católico) estaba mal, porque había entrado injustamente en el Nuevo Mundo7. 

Asíademás de Bartolomé de las Casas y Vasco de Quiroga en el S. XVI, y de Don Carlos de Sigüenza en el S. XVII, algunos otros analogistas del México Novohispano, que es menester conocer para ir al raigambre de nuestro nacionalismoson Bernardino de Sahagún, quien “Aunque no pudo evitar la destrucción material de los productos culturales [de los pueblos originarios], les brindó memoria8otro pensador es Alonso De La Vera Cruz, quien, entre otras cosas, defendió la propiedad privada de los indios y, con base en ello, fue otro que señaló como injusta la guerra que se les hacía9; otro filósofo Novohispano que aquí aprovecho para referirlo al ámbito de la economía, fue Tomás de Mercado, porque busca en la Suma de tratos y contratos que la economía sea justa10.  El elenco de Novohispanos es amplísimo, señalo unos cuantos, intentando que acudamos a la filosofía novohispana para no tomar con una actitud simplista lo relativo a las raíces de la historia de nuestra nación. 

Ahora aunque sea algunas líneas del tema del mestizaje, el cual es muy necesario para lo relativo al valor del nacionalismo mexicanoy es que se han dado nacionalismos con base en la supuesta raza puray que han tenido consecuencias lamentables; tampoco se puede pensar en un nacionalismo sin raza; así, el mestizaje es lo que evita el extremo univocista de una raza pura que no pocos buscan en el indigenismoy también se evita ese extremo equivocista que buscaría defender un nacionalismo como en clave eurocéntrica. 

Hasta que no hubo consciencia mestiza es que se pudo ir teniendo identidad, porque comenzó el difícil y arduo proceso de entendimiento, porque el mestizaje es lo esencial de la nación mexicana, pensar en clave mestiza es lo que nos consigue la inclusión y el respeto11 en un México que, a la postrepor su magnitud geográfica, impera en él la diversidad.  Ya de por sí la misma condición humana es mestiza: porque en la persona humana se dan en síntesis lo biológico o material y lo simbólico y espiritual; la condición mestiza del ser humano lo hace que, ya desde la antigüedad, se le defina como un microcosmos12.  Una mentalidad purista no puede ser inclusiva porque no admite la diferencia, es idólica, es incapaz de distinguir la diferencia salvaguardando la dignidad. 

En cuanto a la política, se trata de esa disciplina que ha de atender todo lo relativo a la ciudad, es lo primero que señala etimológicamente el término; ya desde Platón la ética de virtudes tiene una intención política, este filósofo griego exigía que fuera el filósofo quien gobernara porque él es quien conoce la virtud. 

Aristóteles, por su parte, define al ser humano como animal político; definición que implica la exigencia de una participación activa, pues que en eso consiste el ser ciudadano, enseña El Estagirita que la felicidad tiene relación con el cuidado del bien común, pues que la felicidad en tanto que realización humana, es decir, excelencia, implicando la actualización de las potencialidades de la persona, no se puede conseguir en lo individual. 

A continuación, para poder hablar de participación política, lo hago al trasluz de la virtud de la justicia, que es la meta de la vida de virtudy lo que le da su sentido al quehacer político. 

Política y Justicia13 

Para poder hablar de justicia insistimos en partir de la persona, pues la persona es primeramente sujeto de justicias o de injusticias en el ámbito político o de las relaciones humanas, de manera que no se vaya a buscar la justicia en la actividad política al margen de lo que significa ser persona: entendámosla a ella como un sujeto de talentos, talentos con los cuales participa dinámicamente en la consecución del bien común; y es que si la persona no es el punto de partida de la actividad política, entonces habrán otros intereses en pos de la política, lo cual puede serle peligroso a la sociedad, pues suponemos que cuando al interés político se le olvida la persona, se consigue todo, menos la justicia, y una actividad política que pierde el interés por la justicia es una política desvirtuada y hasta perversa. 

Ya se ha visto al ser humano como animal político, el mismo Aristóteles sugiere que los seres humanos tenemos como una inclinación natural el socializar: tenemos una intencionalidad social. El hacer sociedad o política es algo propio de la persona, si fuera algo accidental se podría ver –la actividad social o política– como un mal necesario. 

Y definitivamente que no es lo mismo pensar en la sociedad como algo propio de la persona, a ver la sociedad como un mal necesario. Y es que aunque el sociabilizar para hacer política: que es el intercambio plural de ideas con el fin de orientar y hacer crecer a la sociedad, no sea algo fácil, pues eso no obsta para que el sociabilizar y hacer política sea lo más conveniente para el desarrollo y crecimiento personal, cosa que se ha venido reiterando. 

Elementos que nos permiten ver como algo propio y sobre todo conveniente el sociabilizar y el hacer política se ven desde que uno nace, si no es por la comunidad (por principio la familia) lo más seguro es que no podamos sobrevivir; luego vienen etapas en las que se busca la independencia, ya en la misma infancia (de los “terribles dos años”, según el lenguaje de los pediatras y psicólogos), hasta en la juventud, pasando por el difícil intento de terminar de ser independientes en la adolescencia, una etapa, por cierto, que no se quisiera superar, y por ello es que hoy muchos con una actitud adolescente evaden sus responsabilidades sociales y políticas. 

La independencia va demostrando madurezporque una persona dependiente no es madura, pero la absoluta independencia también es inmadurez.  Estamos ante los extremos que conducen a la confusión; hace falta alcanzar la interdependencia, que se cristaliza en diálogo y tolerancia, entendida como respeto, porque ahora se quisiera tolerar hasta lo intolerable, lo cual es contradictorio y absurdo, no se puede tolerar lo intolerable hasta hacer desaparecer los derechos humanos14; la interdependencia se traduce en escucha y capacidad de propuesta (y no de opiniones infundadas), y entonces el actuar interdependientemente ya es hacer, aunque rudimentariamente, actividad política. 

Más, esta rudimentariedad véase positivamente, como un icono del quehacer político; pues la familia es tan importante como que es donde primeramente el individuo aprende a intercambiar ideas, lo cual ya es hacer política, se aprende a obedecer y a proponer, siempre en beneficio de esa comunidad primaria, que es el hogar. 

Ahora bien, para hablar de la justicia nos ayuda mucho el atender al contexto de este término, intentando darle contenido a algo que de pronto parece sólo un ideal. Y el empeño por este esfuerzo resulta ser, también, el que la política tienda a pensar en el mejor lugar posible para socializar, es decir, que la actividad política ha de tener una mística, una utopía como motor del ejercicio político, i. e., que el político tenga ideales alcanzables o realistas a partir de una sabiduría práctica. 

La justicia es una virtud, y toda virtud es un hábito que facilita el hacer un bien: a esto es a lo que llamamos virtud como sinónimo de sabiduría práctica, cuidando que se beneficie tanto al individuo como su comunidad. Hay que evitar el puro individualismo y el puro colectivismo. Y la justicia, según la enseñanza de Platón y Aristóteles, resulta que es la virtud más difícil por ser la más perfecta, implica la puerta o primera de las virtudes que es la prudencia, quien no es prudente no puede lograr otra virtud, luego vienen la fortaleza y la templanza, que ayudan a la perseverancia en el bien y a la moderación o ponderación de los bienes, respectivamente. 

Por lo anterior es que el político ha de ser un sujeto virtuoso, si no se es virtuoso no se puede ser buen político; y la actividad política está orientada a la consecución de la justicia, si decíamos que la justicia es la virtud más difícil por ser la cima de las virtudes, es porque a la justicia la han querido ver como identidad, y así se piensa que ser justo es darle a todos lo mismo, y se olvida entonces que la justicia es más bien equidad, lo cual significa que hay que saber diferenciar, y una vez vista la diferencia entonces se deja ver cuáles son las necesidades de unos y de otros. 

Y también se ha querido ver como justo el individualismo, aunque éste llegue a ser inhumano y atroz, de manera que “el que no tranza no avanza”, enriqueciéndose al usar a los más desfavorecidos para seguirlos excluyendo, explotando y marginando. Y conste que la riqueza es un valor, siempre que no se consiga a través de la injusticia, pues el fin no ha de justificar los medios. No cualquier medio es lícito, hay medios que son injustos: como el usar, real o ficticiamente, de un virus o de la guerra para reactivar la economía, o para aprobar leyes al margen de la buena discusión política y ciudadana. Por lo que se hace necesaria la frónesis o prudencia, para saber cómo deliberar y conducirse mejor. 

La justicia es, pues, buscar y dar a cada uno lo que se le debe, o lo que necesita para que explote sus talentos. La justicia como virtud no se alcanza formuladamente, no hay recetas para la virtud y mucho menos para ser justo, pues se trata de evitar el defecto de dar menos de lo que corresponde y también trata de evitar el exceso de dar más de lo conveniente: el exceso y el defecto incurren en injusticias. Entonces, como ocurre en toda virtud, el medio es movedizo, circunstancial o particular sin que se pierda lo universal. 

[1] Para las definiciones de símbolo e icono, y de diábolo e ídolo, sigo diversas obras de Mauricio Beuchot, pero aquí recomiendo Las Caras del Símbolo: el icono y el ídolo, Caparrós Editores, Colección Esprit número 38, Madrid: 1999.

[2] Cfr. SARANYANA Josep-Ignasi, A qué llamamos “pensamiento novohispano” y por qué lo estudiamos, en ESQUIVEL E., Noé H., (comp.), Pensamiento Novohispano 14, Universidad Autónoma del Estado de México, Instituto Literario núm. 100 ote., Toluca, México: 2013. Texto disponible en: https://www.iifilologicas.unam.mx/pnovohispano/index.php?page=numero-14-2013-2, última consulta: 10-VI-2021.

[3] Texto disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/teatro-de-virtudes-politicas-que-constituyen-a-un-principe-advertidas-en-los-monarcas-antiguos-del-0/html/, última consulta: 10-VI.2021.

[4] Texto disponible en: https://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/filosofia/nahuatl.html, última consulta: 10-VI-2021.

[5] Idem.

[6] Texto disponible en: http://ciudadseva.com/texto/brevisima-relacion-de-la-destruccion-de-las-indias/, última consulta: 10-VI-2021.

[7] BEUCHOT Mauricio, La racionalidad analógica en la filosofía mexicana, Torres Asociados, México: 2012, p. 10.

[8] Ibid, p. 13.

[9] Cfr. Ibid, p. 23.

[10] Cfr. Ibid, p. 27.

[11] BEUCHOT Mauricio, Tramos en el camino del pensar barroco, UNAM, México: 2017, pp. 153-158.

[12] La síntesis de antropología filosófica de Mauricio Beuchot es: Antropología filosófica. Hacia un personalismo analógico-icónico, Salamanca Fundación Emmanuel Mounier-SOLITEC-IMDOSOC, 2004.

[13] Las líneas que siguen tuvieron una primera edición que fue publicada en Diario El Mexicano: LUNES 11 DE MAYO D E 2009 / TIJUANA , B. C., p. 18A

[14] BEUCHOT Mauricio, Derechos humanos, historia y filosofía, Fontamara, México: 1999, p. 95.

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